Este 21 de septiembre se celebra el Día mundial del Alzheimer. El objetivo de su celebración es el de concienciar acerca de esta enfermedad que cada vez se manifiesta con mayor intensidad a nivel mundial. Según las cifras de la Organización Mundial de la Salud, en la actualidad existen 47,5 millones de personas en todo el mundo que padecen algún tipo de demencia; de entre ellas, el 70% de los casos corresponden a Alzheimer.
El Alzheimer suele manifestarse a partir de los 60 años de edad. Es una de las enfermedades que causa más terror, pues las personas que lo padecen, más allá de sufrir pérdidas de memoria, —de olvidarse de quiénes son las personas que lo han acompañado a lo largo de su vida y la sensación de que los recuerdos se van desvaneciendo de su cerebro como por arte de magia—, sienten impotencia de no poder expresar los sentimientos generados por el estrés de la enfermedad. Esto les causa angustia, soledad y/o tristeza. Por ello, el valor humano tiene un gran protagonismo para estas personas. Sus familiares y cuidadores deben ser capaces de comprender, atender y canalizar todo ese huracán de emociones que las acompañan.
El cerebro no deja de ser un músculo más que se entrena de forma física. En las primeras fases de desarrollo, se ha comprobado que la interacción social y estimulación a través de juegos para conseguir que la memoria no se pierda a un ritmo elevado ha sido altamente eficaz. Una buena estimulación a través de tareas y hábitos que fortalezcan la memoria y la concentración ayuda a prevenir la enfermedad, sin embargo no todas las herramientas funcionan cuando está avanzada.
El riesgo a padecer Alzheimer es más elevado si en la familia hay antecedentes. Su avance al principio suele ser lento: comienzan por olvidar pequeñas cosas. Posteriormente, las pérdidas de memoria se van agravando hasta el punto de no reconocer a las personas más cercanas. A partir de entonces se vuelven personas dependientes que requieren atención casi las 24 horas.
Es muy importante detectar la enfermedad a tiempo, ya que puede ser combatida de forma eficaz según algunos estudios. Pero ¿cómo podemos saber si alguien de nuestro entorno tiene indicios? Estas son algunas señales:
- Las labores diarias se vuelven difíciles. Lo que antes era sencillo y rutinario como lavar, planchar, cocinar… ahora puede resultar un peligro cuando de pronto, se les olvida apagar el horno o el gas, desenchufar la plancha y dejársela apoyada sobre la ropa, marcharse de casa y dejarse las llaves dentro, etc. También, puede que olviden la elaboración de sus recetas preferidas, el documental que vieron el día anterior o cosas que para ellos son relevantes.
- Problemas de comunicación. De la noche a la mañana presentan continuas dificultades para encontrar las palabras adecuadas cuando están intentando comunicarse con otras personas. Les cuesta completar una frase, darle el sentido adecuado u olvidar lo que iban a decir. Su vocabulario se va reduciendo por no recordar palabras sencillas que hasta ahora usaban diariamente sin complicación.
- Desorientación. Esta es otra de las señales que presentan las personas que padecen Alzheimer. De repente, salen por la calle o barrio que suelen frecuentar y pierden la orientación. Incluso, dentro de su propio hogar pueden perderse por el baño, la cocina o la habitación y no reconocer el espacio. Este tipo de episodios suele provocarles bastante estrés y ansiedad.
- Extravían objetos con mucha facilidad. Llegan hasta olvidar por completo lo que estaban haciendo y tienen problemas para acceder al recuerdo cuando se les informa. Por ejemplo: pueden guardar el aceite en la nevera o la mantequilla en la alacena de la vajilla. De manera que, cuando van a buscar el producto al lugar donde debería de estar, no se acuerdan de dónde lo habían guardado. Otro ejemplo: puede ser que estén limpiando y vayan a por la fregona, de camino se les olvida lo que iban a buscar y se pongan a hacer otra cosa distinta.
- Otro signo de alarma son los cambios bruscos de ánimo sin motivo aparente. Pueden estar sonriendo y a continuación ponerse a llorar. Olvidarse de lo que están haciendo en el momento presente, desorientarse y cambiar de ánimo constantemente hace que pierdan la ilusión por realizar las labores. Anula toda su iniciativa y motivación.
Las señales de alarma citadas deben considerarse para sospechar de un posible caso de Alzheimer. Es fundamental hacer hincapié en que, a pesar de que al principio pueden resultar muy sutiles, con el tiempo se harán más evidentes y frecuentes. Detectarlas en sus primeras fases de desarrollo hará que el tratamiento sea más efectivo y pueda retrasar la enfermedad. Sin olvidar algo primordial, el factor humano. Tener a alguien que las motive a hacer cosas, a caminar, ir a la compra, realizar labores del hogar u otro tipo de actividades que les haga ganar protagonismo conseguirá que las personas que padecen Alzehimer mantengan durante más tiempo su independencia y calidad de vida.