La Real Academia Española define el estrés como la tensión provocada por situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos a veces graves. Se trata de un estado que se manifiesta cuando percibimos una situación o suceso como amenazante o desbordante, cuando sentimos que algo se escapa de nuestro control y comienza a preocuparnos. La ansiedad y el estrés que ocasionan las preocupaciones son los peores enemigos para nuestra salud física y mental, pues el cuerpo se somete a altos niveles de energía, especialmente cuando el estrés es demasiado grande.
Sin embargo, a pesar de que se tiene la creencia de que el estrés es malo, no es del todo cierto. En su justa medida, sirve para la motivación y empuje en situaciones donde el reposo actuaría en contra. Podríamos dividirlo en dos grupos: por un lado, el denominado estrés de evitación o huida, que nos permite tomar acción para escapar de una situación que consideramos peligrosa y que sabemos que no podemos cambiar y solucionar. Y por otro, el estrés de adaptación, que nos permite, a través de nuestros recursos, amoldarnos a las exigencias de nuevas situaciones. En esta última circunstancia, el estrés permite modificar patrones de conducta y/o pensamiento y ayuda a superar los malos momentos. Por ejemplo, el comienzo de un nuevo trabajo.
Hoy día cualquiera de nosotros sufre episodios de estrés o de ansiedad de manera constante, ya sea por: tener que llegar a tiempo para ir al trabajo sin encontrar atascos, entregar un proyecto dentro de su plazo, preparar con éxito una reunión, recoger a la hora exacta a los niños del colegio, pensar en cómo pagar las facturas, cuestionarse qué preparar de comida o de cena, no olvidarse de escribir o llamar a un amigo o familiar que está de cumpleaños… Todo un largo etcétera de tareas cotidianas que condicionan nuestro estado de quietud mental.
Sabemos que estamos experimentando estrés cuando sufrimos insomnio, aumento o pérdida de peso sin razón, dolores de cabeza, problemas gástricos, tensión y nerviosismo, cambios de humor, reacciones alérgicas sin causa justificada, etc. Millones de personas en todo el mundo lo sufre, sin embargo pocas consiguen una buena gestión, y es que —tal y como demuestran estudios científicos— una mente estresada merma la capacidad de controlar las emociones y la toma de decisiones.
Antes de llegar a que el estrés nos condicione hasta el punto de dominarnos por completo, se pueden emplear algunas técnicas en nuestra rutina diaria para poder reducirlo y gestionarlo:
-Al experimentar un mínimo de estrés, es mejor no consumir café, alcohol o drogas para no alterar más al sistema nervioso. Por el contrario, es conveniente beber abundante agua y alimentarse de manera saludable.
–Evitar tomar decisiones. Es mejor posponerlas cuando la mente esté sosegada para no arrepentirse a posteriori.
–Intentar organizarse. Ya sea en el trabajo o en casa es fundamental establecer un orden donde se prioricen las tareas más importantes.
–Hacer deporte o salir a caminar al aire libre es una buena manera de liberar tensiones y endorfinas.
–Tomarse algún día libre o de descanso es algo muy eficaz. Tanto el cuerpo como la mente se merecen un respiro.
–Dejar de exigirse ser perfecto. La perfección no existe. No se puede pretender ser un salvador y mucho menos agradar a todo el mundo. Es vital ser uno mismo y aprender a equivocarse.
-Por supuesto, rodearse de personas positivas que aporten y contribuyan al propio bienestar, y no de aquellas que aún provoquen mayor estrés.
Desgraciadamente el estrés es el lema de la vida moderna. Todos, aunque sea un poco, lo generamos, pero si se gestiona de manera apropiada se puede superar. No es el estrés lo que mata, es la reacción al mismo. No se puede permitir que la mente intimide al cuerpo y le haga creer que debe llevar la carga de las preocupaciones. Absolutamente todos los problemas tienen solución, todos menos uno, la muerte. Por lo tanto, cada uno de nosotros debemos ponernos en primer lugar, priorizar lo que realmente vale la pena y dejar a un lado lo que no sirve.