Las obras han vuelto a la Gran Vía de Vigo. El alcalde, Abel Caballero, ha presidido este viernes el acto simbólico de colocación de la primera piedra para prolongar las cintas mecánicas. Los trabajos se desarrollarán durante ocho meses, por lo que la avenida debería estar en disposición de estrenar nuevas rampas, entre las calles Venezuela y Nicaragua, a principios de octubre.
Como ya ocurrió en 2019 y 2020, las labores sobre el terreno obligarán a implantar restricciones de tráfico. Este mismo viernes cerró el carril más cercano a la acera en sentido ascendente hacia la Praza de España. Y las afecciones irán aumentando conforme avance la obra, que se extenderá durante gran parte de 2022. Por el momento, el Concello no ha dado a conocer el plan de tráfico previsto. “Progresivamente iremos sacándolo y anunciándolo”, ha declarado Caballero. El regidor vigués no pudo confirmar si será similar al de la primera fase del proyecto, cuando se cortó un margen entero de la Gran Vía.
El alcalde calificó la actuación de “emblemática y paradigmática” y repasó las principales características del proyecto, que será ejecutado por la empresa Prace Servizos e Obras. Se instalarán dos tramos de cintas, uno desde la calle Venezuela hasta Bolivia y otro desde Bolivia hasta Nicaragua. Los accesos laterales seguirán abiertos para salir a la altura que se desee.
En total, serán 150 metros lineales que mantendrán la estética de color arcoíris, con cubiertas porticadas y acabados en vidrio. Tendrán capacidad para transportar a 7.300 personas por hora. La inversión inicial entre María Berdiales y Venezuela superó los 5 millones de euros; ahora se destinarán otros 3,6 millones para ampliar unas cintas que permitirán subir casi toda la Gran Vía.
También está previsto poblar de vegetación la zona para convertirla en un “jardín botánico”, tanto en el interior como en el exterior. Además, se instalará pavimento descontaminante y un sistema de ahorro energético. Asimismo, se aprovechará para renovar el saneamiento, el abastecimiento, la recogida de aguas pluviales y la señalización semafórica. Igualmente, se soterrarán los servicios que precisen cableado. Todo ello para habilitar un medio de movilidad que “no emite ruidos” y “no contamina”.