La contaminación, las catástrofes climáticas, las desigualdades socioeconómicas, los conflictos bélicos, la inseguridad, la delincuencia, la escasez de agua y alimentos, la crisis de salud actual, entre otras problemáticas presentes de esta interminable lista, han despertado gran ansiedad y preocupación entre los jóvenes. Inquietudes que pueden resumirse en una sola pregunta: ¿tener hijos o no tenerlos?
El Instituto Nacional de Estadística (INE) registró en el año 2021 cifras sobre la natalidad bastantes preocupantes en relación a la natalidad en nuestro país. Por ejemplo, en el año 2020, el área sanitaria de Vigo había superado el récord negativo en nacimientos, hecho que volvió a superarse en un 5,5% el año pasado.
De acuerdo con un estudio del Instituto de Estadística de la Unesco, también realizado en el año 2021, España se encuentra dentro de los países con menos nacimientos. Además, si ampliamos el horizonte y nos vamos a datos internacionales, los graves problemas de infertilidad y la tendencia por no tener hijos están provocando un declive poblacional sin precedentes a nivel mundial. Según los expertos, la contaminación, el uso de plásticos y el calentamiento global, entre otros factores, afectan gravemente a la reproducción humana. Pero también, las inseguridades ambientales, socioeconómicas y de salud, hacen que las nuevas generaciones se nieguen a tener hijos.
Se vive en la incertidumbre y la ansiedad de un futuro donde las parejas tienen que tomar la decisión de tener menos hijos o no tenerlos. Incluso, la elección de ser madres o padres solteros que se venía valorando hasta el momento, ha quedado en el pasado. Las bajas tasas de nacimientos en el mundo han sido tan notables, que el mismo Papa Francisco expresó su descontento sobre el egoísmo que existe entre la población global, especialmente entre las nuevas generaciones: «que prefieren tener mascotas en lugar de hijos», declaración que desató una gran polémica a nivel internacional.
Sin embargo, las bajas tasas de natalidad en el mundo no han sido solo una consecuencia de la decisión generacional de no tener hijos, sino que existe otro factor preocupante en la vida de las parejas contemporáneas: la infertilidad. De acuerdo con un estudio reciente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Oxford, las grandes urbes son las regiones donde se presentan más enfermedades relacionadas con la reproducción, a causa de la elevada contaminación, el estrés, el consumo de productos procesados, los químicos tóxicos, los microplásticos y el consumo de alcohol y tabaco. Todos estos factores han repercutido en los niveles de testosterona, provocando cáncer de testículos y disminuyendo hasta un 50% la calidad del esperma. No obstante, no solo los hombres sufren a causa de la infertilidad. Las mujeres de todo el mundo también han presentado graves padecimientos reproductivos como son: problemas menstruales, ováricos, abortos espontáneos y otros trastornos.
Tan grande ha sido el declive poblacional en el mundo, por decisión propia de los habitantes o a causa de la infertilidad, que inclusive los países que padecen más esta problemática se han visto obligados a dar incentivos a sus ciudadanos o extranjeros para aumentar la natalidad. A largo plazo, el tener poca población joven puede frenar la productividad económica de un país, un hecho que, en definitiva, no es rentable para ningún gobierno.
Por otro lado, las clínicas de fertilidad, a pesar de ofrecer sus servicios para lograr embarazos y productos exitosos, es decir, bebés sanos, representan un enorme gasto para las parejas infértiles que, por lo general, no pueden permitirse.
Así que a la pregunta de tener o no tener hijos, podemos llegar a la siguiente conclusión: por un lado existen parejas que quieren tenerlos, pero tienen algún padecimiento o estado de salud a causa de vivir en un mundo insano; y por el otro, personas que no quieren tener hijos. Así se vive al día de hoy la tasa de natalidad en el mundo contemporáneo.