El Merdeiro es un personaje irreverente, molesto y anárquico que expresa la esencia del Entroido: un tiempo para desembarazarse de lo correcto para abrazar lo inapropiado, que en ocasiones es la manera más sana de habitar la tierra. En Carnaval, como dicta el viejo dicho, nada parece mal.
La resurrección de este personaje en 2006 empapa las calles de barullo y descaro. Estas cualidades fueron precisamente las que silenciaron a la figura auténtica del carnaval olívico durante ocho décadas. En 16 años consiguió consolidarse y participar en festivales folklóricos de renombre internacional, como el Vibomask (Mascarada Ibérica de Viana e Vilariño) o el FIMI (Festival Internacional da Mascara de Lisboa).
Una figura tan indecente como apropiada
Cometieron tropelías tan extraordinarias como entrar al registro de la propiedad, robar un sello y estamparlo en la frente de un alto cargo; comerse tapas ajenas en las tabernas; intercambiar las bolsas de los clientes en la cola del mercado; desordenar las prendas impolutas de los grandes almacenes; azuzar con berzas y varas a quien se le cruza en el camino e incluso pararon a un Vitrasa cuyo conductor, no se sabe si furioso o contagiado de la maravillosa patología endémica del Entroido, secuestró a los rebeldes para abandonarlos varias paradas más allá.
“Xeralmente temos boa acollida”, asegura Hadrián Román, presidente de la Asociación Etnográfica Merdeira. Reconoce que incordia bastante y que hay gente que no se lo toma con tanto humor, pero la intención del personaje no es precisamente hacer gracia: “O primeiro ano foi complicado porque a xente non nos recoñecía e de repente chegou un grupo de tíos que mareaban e insultaban por a rúa. Enfadábanse, pero co paso do tempo déronse de conta do que estamos representando”.
Esta fiesta de raíces ancestrales suele describirse como “un sentimento”, es complicado encontrar palabras que aborden las emociones con precisión, por eso la manera más fidedigna de transmitir el fenómeno del Entroido es mediante sus historias.
El Merdeiro: Un personaje incómodo para una sociedad elegante
En Vigo no siempre hubo Entroido aunque tuviera Carnaval y su tradición es irrefutable. Tiene testigos: los Merdeiros del Casco Vello, cuyas salidas de tono y exabruptos eran tan apropiadas como inconvenientes para la burguesía y los altos cargos del gobierno local, que preferían el escaparate de los desfiles para promocionar a la ciudad moderna en constante crecimiento en la que se convertía el Vigo de principios del S.XX.
La dictadura de la imagen se impuso aún a costa de sacrificar la tradición. Una ordenanza municipal prohibió la salida del Merdeiro con la pretensión de borrarlo de la historia, pero la membresía de la asociación de Vigo consiguió resucitar al personaje. La hemeroteca les dio armas, dado que la prensa del S.XIX recoge las peculiaridades de esta figura cuyo comportamiento también abrumó a intelectuales como Vicente Risco o Xaquín Lorenzo, quienes registraron en sus crónicas la costumbre y vestimenta del personaje.
El protagonista del Entroido se consolidó en los últimos 16 años y ya tiene cantera: cuando VIGOÉ llegó a las instalaciones de la asociación de vecinos del Casco Vello a la caza de una historia, un niño de 8 años atendía las directrices de un Merdeiro veterano ante el traje tradicional. El discípulo saldrá este año por primera vez y quiere hacerlo bien.
“O Merdeiro non ven a lucirse, ven a molestar”
Los Merdeiros se ponen el traje ante el objetivo de una cámara réflex y, a la vez que se cubrían con las prendas típicas se vestían el carácter del personaje: “O Merdeiro non posa, non ven a lucirse, ven a molestar, incordia, non é docil e hai que buscarlle a foto”, explica Román.
“Falamos dunha persoaxe que ninguén podía controlar, cando Vigo pasou de ser unha vila de mariñeiros que tamén vivía do rural a convertirse nunha poderosa cidade industrial. Entón chocaron dous mundos: o mundo burgués e o mundo popular, e xa se sabe quén saíu perdendo”, señala el experto.
Los bailes y las fiestas de postín se impusieron a una figura anárquica y violenta que presumiblemente tenía mucho más recorrido que el que data en los registros. Después llegó la dictadura con la consiguiente prohibición de las máscaras y del Carnaval.
Origen del Merdeiro: Una rivalidad ancestral
El Casco Vello de Vigo se nutría de marineros, que rivalizaban con los campesinos del interior que llegaban al mar a vaciar sus pozos negros y recoger el ‘escabiche‘ (las partes del pescado que no se comían) para abonar la tierra.
Los pescadores, que se enfrentaban a las inclemencias del mar en cada jornada, miraban por encima del hombro a los labriegos. Con la llegada del Entroido el enfrentamiento tácito se convertía en una burla manifiesta. Los marineros se disfrazaban de campesinos para ridiculizarlos y exageraban sus maneras incomodando a los vecinos del barrio.
Perfilaban el carácter de los trabajadores del agro como el de unos paletos malencarados, sucios y “descamisados”. Vagaban por las calles tirando escabiche a los vecinos y restregándoles trapos malolientes macerados durante días en agua con pescado podrido.
La indumentaria era parte de su lenguaje y el Casco Vello su galaxia: “Máis alá do Sereo nunca verás un Merdeiro”, asegura Hadrián Román: “A xente no Entroido iba a ser amolada, insultada e cheiraba mal. Caía mal o merdeiro? Bueno, non era un tío precisamente simpático”.
El traje de Merdeiro, al detalle
Todos los ciudadanos pueden ser merdeiros, pero desde la asociación aconsejan a quienes lo sientan que se acerquen a ellos para asumir su actitud con precisión: “Trátase de merdeirear, non de vandalizar, entroidamos con sentido”.
La indumentaria tiene una historia detrás y un método que cosideran se debe respetar. Las botas de trekking son más cómodas, pero no son las auténticas, los Merdeiros llevan tamancos o calzado tradicional.
Un Merdeiro es, a fin de cuentas, un campesino ridiculizado: lleva un pantalón blanco que puede estar cubierto por unas polainas, que antiguamente se utilizaban para no romper el pantalón cuando se trabajaba en el campo.
La camisa, del mismo color que el pantalón, siempre tiene que ir por fuera: “Non olvidemos que o Merdeiro é un “descamisado”, esa palabra é de por sí un insulto”, indica Román. Sobre la camisa se viste un chaleco de color negro, rojo o verde (tal y como lo registró Vicente Risco), con un símbolo astral o animal serigrafiado en la espalda.
Una prenda reveladora es el fajín. Todos lo llevan pero cada uno lo ciñe a su manera, la única norma es que vaya mal atado porque simboliza una burla: “Ten que ir sempre perrilleiro, en plan: Mira qué desastroso son!”.
La cabeza va cubierta con una máscara con gesto grotesco y pintada de rosa como la tez castigada de los campesinos. La máscara está cubierta de lana de oveja desaliñada, otro guiño al campo. Pueden llevar un sombrero con forma de gallina, a estas alturas de la historia se sobreentiende el porqué.
La cantera de Merdeiros consolida la tradición
“Ir ás escolas foi fundamental para reasentar ó Merdeiro no imaxinario colectivo e que os cativos se interesaran polo Entroido”, confiesa Román, que tiene tanta vocación de merdeiro como de maestro y esboza una sonrisa de culpabilidad antes de confesar las “palizas” que les da a sus alumnos cuando les explica el folclore del Entoido olívico.
Este año merdeirará la primera generación de jóvenes que creció asimilando la figura del Merdeiro. Tienen 15 años, la edad mínima para ejercer.
Algunos veteranos saldrán por primera vez con sus hijos. A Hadrián le brillan los ojos al imaginarse “trouleando” con la suya, todavía un bebé: “Para min sería unha honra vela no futuro vestida de merdeira, creo que ata choraría”.