A luchadores y reivindicativos no nos gana nadie; a creativos y espontáneos, tampoco; dicen que somos una gran aldea, formada por muchas pequeñas, y que sin nosotros Galicia no funciona. Suena soberbio y arrogante, pero por qué no reconocer que somos una gran urbe, con alta autoestima, con un Puerto crucial y que en otros tiempos tirábamos del carro.
Sin embargo, a día de hoy en números, según el informe Ardán, La Coruña pasó de aportar el 34,04% de los ingresos en 2011 a situarse en el 42,33% seis años después; Vigo emprendió el rumbo opuesto, pasando del 24,62% al 21,07%. Por otra parte, el informe anual del Observatorio de la Cultura nos coloca en el puesto 24 de 36 ciudades, por debajo de Santander, Cáceres o Valladolid. Y estos datos no pueden ser ajenos a un alcalde que dice dominarlo todo en la ciudad.
¿Ha buscado Abel Caballero un cambio de modelo? ¿Apuesta por una ciudad de servicios, de ocio, de turismo, y de paseo? ¿Una ciudad dormitorio? Yo creo que sí, es su apuesta, pero no lo quiere reconocer y ante cualquier dato negativo él culpa a Feijóo y que nos quiten lo bailao.
Decir que Feijóo ha sido injusto con Vigo no es cierto, es hacerle el juego a Abel Caballero y no entender lo que realmente sucede, dado que el cambio al que quiere someter esta ciudad debe explicarlo y afrontarlo con valentía.
Desde su llegada a la Xunta, Alberto Núñez Feijóo ha pensado en Vigo como una Gran Ciudad, una ciudad industrial, empresarial, pujante y con sólidos servicios públicos, por eso siempre ha respondido ante los grandes retos como afianzar Stellantis, mantener el sector naval, ampliar el IFEVI para que Conxemar perdure en el tiempo, dotarnos de una Ciudad de la Justicia y apostar por la calidad de vida de las personas con un Gran Hospital, como el Álvaro Cunqueiro. Su carta de servicios está completa y continúa, porque sigue apostando por Navia, ya tenemos Centro de Salud en Bouzas y quiere una sede del CGAC en la ciudad, espacios culturales en el Casco Vello y por supuesto, una Gran Biblioteca del Estado.
Quienes dicen que Feijóo está en deuda con la ciudad o que ha marginado a Vigo, será que creen que tiene en su cabeza (y corazón) la ciudad dormitorio que nos ofrece Abel Caballero y que debería dedicarse también a estar de paseo y crear espacios para el autobombo y vanagloria. Pero no, parece que le gusta más ocuparse de las cosas de comer, del empleo y la calidad de vida. Y son esas líneas de trabajo las que le llevarán a la Moncloa: sensatez, responsabilidad y grandes retos, que no se corresponden con las críticas infundadas. Las discrepancias y la variedad de opiniones son pura política, pero las mentiras no deberían serlo.
Teresa Egerique Mosquera. Concejala en Vigo y Diputada en el Parlamento de Galicia