La vetusta grada de Marcador del estadio de Balaídos ya es historia. Desde este viernes, nada resta en pie de la vieja curva que dio cobijo a tantas peñas durante décadas. De ella solo quedan unos amasijos de hierro y, sobre todo, muchos escombros. Los que se acumulan ahora donde antes había animación y gritos de aliento al Celta.
Esos restos, al igual que sucedió con los anteriores, serán ahora triturados y posiblemente reutilizados para el basamento de la futura estructura, tal y como se ha hecho con el esqueleto de la nueva grada, que ya crece en la mitad de la parcela. Su construcción supondrá un punto de inflexión al acercarse notablemente al campo, lo que permitirá que la afición esté aún más cerca de sus jugadores.
Así pues, la antigua bancada ya no estará presente en el Celta-Betis de este domingo (16.15 horas). Su último partido fue un emocionante duelo de siete goles, contra el Mallorca. La reubicación de los transformadores que albergaba esa parte del estadio permitió retomar el derribo la semana pasada y ocho días después se ha completado el trabajo.
Ahora queda lo principal: erigir la grada nueva. Eso llevará mucho tiempo, casi un año. La previsión es terminar “a principios de 2023”, unos meses después de lo estipulado. La primera piedra de la reforma se puso en marzo de 2021 y el plazo de ejecución anunciado era de 18 meses.
La reforma tiene un coste de 15,4 millones de euros, que asumen a partes iguales el Concello de Vigo y la Deputación de Pontevedra. El nuevo aforo de la grada será 6.418 butacas (2.441 en Marcador Alto y 3.977 en Marcador Bajo). Se instalarán ocho ascensores a través de los cuales también se podrá acceder a las gradas de Tribuna y Río.
En el interior habrá locales para uso comercial, oficinas y zonas para servicios del estadio. Mientras, los aledaños serán humanizados y se creará una pequeña zona porticada sobre el vial exterior en el perímetro del estadio.