El 18 de enero de 1925, un león rugió en el viejo campo de Coia. El Celta se jugaba el campeonato de Galicia ante el Deportivo y, en el minuto 38, el árbitro decretó penalti del jugador local Pasarín sobre el coruñés Paco González. Pero, en el lanzamiento, el guardameta vigués Emilio Ruiz, conocido como el León de Bouzas, voló como un felino para atrapar el balón y evitar el empate visitante. Esa fue la jugada clave del partido, decisiva para que los celestes lograsen el título gallego, el único que existía en ese momento, ya que la liga de fútbol no nacería hasta 1929.
La fenomenal parada de Ruiz era el colofón a una temporada formidable. Aquel domingo, la expectación era máxima. “De toda Galicia vinieron a Vigo miles de aficionados a presenciar el encuentro cumbre del torneo regional. El sábado por la tarde comenzaron a llegar forasteros y continuó el domingo hasta alcanzar una cifra tan elevada como no se recuerda en Vigo. Por lo menos, en automóviles, no creemos que haya habido tantos en esta población. Las calles estaban animadísimas”, explicaba el diario Galicia, que describió un campo de Coia abarrotado de público.
Decisivo derbi
El decisivo derbi paralizó varias poblaciones: “Hubo compactos núcleos de apasionados aficionados ante Teléfonos y Telégrafos, ansiosos de conocer el resultado de este macht tan decisivo. La resonante victoria del Celta fue acogida con estruendosos aplausos y entusiastas vivas al team vigués”, comentaba el cronista.
El Deportivo vistió de blanquiazul, pero el Celta lo hizo de blanco y negro porque, aunque se había decidido que su color sería el celeste de la bandera gallega, en realidad hubo que aprovechar en los primeros años antiguas equipaciones tanto del Vigo como del Fortuna, los dos clubes fusionados.
Decepción en A Coruña
Un primer gol de penalti convertido por Polo tranquilizó a los vigueses y, más tarde, el León de Bouzas desbarató una gran ocasión visitante. Pero el momento decisivo fue aquel penalti que detuvo, tras el que llegaron los goles de Casal y de Chicha para poner el 3-0 definitivo. De nada sirvieron las grandes ocasiones postreras de Ramón y de Paco González para acortar distancias, porque de nuevo apareció Emilio Ruiz con dos paradones y, cuando el árbitro pitó el final, una estruendosa ovación recorrió las gradas de Coia mientras el Celta festejaba en el centro del campo su segundo campeonato regional.
En A Coruña, la decepción fue enorme. Según cuenta el diario Galicia, cientos de aficionados “se concentraron en el Cantón Grande hasta la una de la madrugada para recibir noticias. Y vivieron una gran decepción al conocer la derrota”. El Deportivo intentó sin éxito impugnar el resultado ante la Federación Nacional, aduciendo que regresaban algunos jugadores lesionados por la dureza con que se emplearon los celestes. Pero la maniobra no sirvió de nada.
Unos meses más tarde, Vigo rendía homenaje al héroe responsable de todo aquello: Emilio Ruiz, el León de Bouzas, que contaba por entonces 30 años y, en realidad, ya estaba retirado para el fútbol: jugó aquella temporada con el Celta porque el equipo se había quedado sin porteros, uno por lesión e Isidro, por incorporarse a filas para cumplir con el servicio militar. Fue así como la directiva se acordó de Ruiz, que había sido guardameta del Fortuna y que se incorporó encantado para llegar a convertirse en el héroe del momento.
Goalkeeper de Bouzas
“El goalkeeper de Bouzas, el ex fortunista Emilio Ruiz, que se hizo el jugador más célebre de la temporada que acaba de finalizar, es para la mayoría de la afición un verdadero héroe del romanticismo”, escribía el cronista en el diario El Pueblo Gallego, que recordaba la angustia del club cuando se vio sin guardametas: “El Celta se quedó sin porteros al inicio de la temporada. El disgusto fue mayúsculo, hasta la desesperación. Incluso se pensó en retirarse del campeonato. Y, cuando la situación era más angustiosa, cuando no se veía solución posible, alguien se acordó de Ruiz”. Y su participación fue decisiva desde el primer partido, ante el Eiriña de Pontevedra, con paradas espectaculares que le dieron su apodo de rey de la selva.
Ruiz había comenzado jugando en el colegio de los Salesianos y de aquí pasó a los infantiles del Fortuna, donde ascendió al primer equipo y brilló sustituyendo a Raúl López, para ser considerado “uno, sino el mejor, de los porteros nacionales”, según las crónicas de la época. Con el cuadro fortunista hizo varias giras por España, en las que recabó encendidos elogios de la prensa en San Mamés, en Madrid, Sevilla o en Barcelona. Incluso pudo ser fichado por alguno de estos equipos, pero finalmente terminó su carrera en el Fortuna, donde cosechó cuatro títulos regionales. Pero, cuando ya se veía retirado, llegaba la llamada del Celta y su quinto campeonato gallego.
Homenaje en Coia
El 5 de julio de 1925 se rindió homenaje al León de Bouzas con un partido frente al Racing de Madrid en el campo de Coia, que se saldó con un abultado 3 a 0 pero que resultó ‘aburridísimo’, según coinciden todas las crónicas. El diario Galicia, destaca que “pese al mal tiempo, acudieron muchos aficionados, seguidores del famoso portero de Bouzas, entre los que se contaba una nutrida representación del bello elemento femenino”.
Pero lo importante ocurría en el descanso, cuando el presidente del Celta aparecía sobre el terreno de juego al volante de un automóvil Citroën que le fue regalado a Emilio Ruiz. Por su parte, el cónsul del Uruguay le entregó un reloj de oro, obsequio de emigrantes celtistas. Y “dos bellas señoritas” le obsequiaron con una cartera de piel pagada por suscripción popular. Encantado de la vida, el León de Bouzas se subió al coche y empezó a dar vueltas al campo, haciendo rugir el motor, mientras era aplaudido por su afición. El celtismo no olvidaba al héroe que les había dado su segundo campeonato de Galicia y que se retiraba ahora, tras una sola temporada que había encumbrado su carrera con aquellas paradas de gran felino que lo convirtieron en uno de los primeros héroes del Celta.
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