Noticia leída hace pocas fechas en nuestro querido diario: «La Policía Local acude a las pistas de Balaídos porque un atleta estaba sin camiseta».
Parece ser que nuestro querido Concello ha impuesto (hace poco) en las instalaciones unas normas protocolorias como: «correr sin clavos, hacer series de altura con arrastres, entrenar más de dos horas, meter bicicletas en el recinto, usar la calle 1, emplear la colchoneta nueva de salto e incluso «acceder y consumir comida y bebida en algunos espacios», y por supuesto «no llevar puesta la correspondiente camiseta de entrenamiento» (…y pantalón, claro).
Aclaro, el pantalón puede ser oscuro pero, claro, que hay que llevarlo puesto. Si por no llevar camiseta llaman a la Policía Local, por ir sin pantalón se personarían en Balaídos los antidisturbios.
Pues que quieren que les diga, yo no veo mal estas normas impuestas por la concejalía de Deportes, porque resulta que vas a entrenar, empiezas a sudar, te pilla un día de calor y comienzas a beber el agua fresquita y a continuación te quitas la camiseta. ¿A quién no le ha pasado eso? Y sobre todo si tienes chocotableta en la región abdominal pues también te gusta que te vean los/las colegas. Vamos, yo con una mísera chocolatina en los músculos andaría todo el día luciendo torso.
Pero todos sabemos que esto es muy peligroso, porque empezamos a cogerle gusto al despelote y terminamos en Comisaría denunciados por escándalo público, con la sanción correspondiente, y supongo que con el gesto adusto del jefe de la Policía Local queriéndonos decir: «¡Y que sea la última vez!».
Bueno, por no hablar del peligro que implica hoy tomar el sol sin el correspondiente «factor 50» como te avisan 9 de cada 10 dermatólogos, es más, prohibiría también la camiseta de manga corta y exigiría el cuello cisne y pantalón largo… y visera, por supuesto. Una cosa parecida a como vestían los tenistas a comienzos del siglo XX, que daba gusto ver lo elegantes que iban.
Yo de nuestro ministro de Deportes, Sr. Iceta, ya comenzaría a legislar sobre indumentaria deportiva prohibiendo, por supuesto, cualquier tipo de ropa de carácter indecoroso que vaya contra la moral pública. Bien entendido que, a partir de ahora, queda prohibida en las instalaciones deportivas españolas cualquier manifestación de desnudismo que pugne con la honestidad y el buen gusto tradicional entre españoles.
Me estaba imaginando al sargento de la Policía Local entrando en las pistas de Balaídos, y viendo el panorama, manifestar: «¡Esto no es libertad, esto ya es libertinaje!». ¡Y eso sí que no, eh!