Los tres supervivientes de la tragedia del ‘Villa de Pitanxo’, el buque gallego que se hundió el pasado 15 de febrero en aguas de Terranova (Canadá), acuden este lunes a la Audiencia Nacional para declarar ante el juez, entre ellos el patrón del barco, Juan Padín, que comparece en calidad de investigado.
Cuatro meses después del hundimiento y mientras las familias siguen insistiendo en inspeccionar el pecio para esclarecer lo que ocurrió, la vertiente judicial del caso avanza con las declaraciones de Padín, su sobrino Eduardo Rial y el ciudadano ghanés Samuel Kwesi, los únicos supervivientes del naufragio.
Estos dos últimos están citados como testigos, mientras que el primero comparecerá en calidad de investigado. Además de tomar declaración, el juez Ismael Moreno debe decidir si prohíbe de manera cautelar al patrón embarcar de nuevo en otro barco, como reclamaron las familias de 21 marineros fallecidos en aquel naufragio, quienes ya han presentado una querella contra él, su sobrino y la casa armadora, Pesquerías Nores.
Las declaraciones se producen en medio de un conflicto sobre quién debe asumir la competencia de esta investigación: la Audiencia Nacional y la Fiscalía de este tribunal creen que deberían ser los juzgados de la localidad donde radica el puerto base del buque (Marín, en Pontevedra), pero el juzgado de Marín discrepó, rechazó asumir la causa y la envió de vuelta a la Audiencia.
El juzgado aún no ha decidido si se queda con la investigación, si bien aceptó con carácter cautelar la competencia para evitar situaciones de indefensión, según explican a Efe fuentes jurídicas, que precisan que las diligencias que se practiquen clarificarán la competencia.
Versiones contradictorias
Con ese vacío aún por resolver, el titular del Juzgado Central de Instrucción 2 escuchará las versiones contradictorias de los tres supervivientes de un naufragio donde la Fiscalía vio indicios de, al menos, 21 delitos de homicidio por imprudencia grave y contra los derechos de los trabajadores.
Aunque en un primer momento Kwesi respaldó el relato del patrón y su sobrino, más tarde, tras denunciar presiones, declaró ante la Guardia Civil que, a diferencia de lo que estos sostienen, el motor del buque no se paró repentinamente, sino que las maquinillas que recogen el aparejo «dejaron de funcionar bien, tensando pero no recogiendo», lo que provocó la escora del barco.
Relató que gritaron al capitán que soltara los aparejos, pero que se negó, y que después, con el buque muy ladeado, el motor se paró y se incrementó la escora de babor, y negó que el capitán ordenase ponerse los trajes de supervivencia, aunque él y su sobrino sí los llevaban.
Padín, sin embargo, sostuvo que el motor «se paró a las cuatro de la madrugada» y que las condiciones meteorológicas provocaron la sucesiva entrada de agua por la aleta de babor, lo que originó una cada vez mayor escora.
Fue entonces, según él, cuando dio a la tripulación la orden para que se colocaran el traje térmico de supervivencia, el chaleco salvavidas y abandonaran el buque, y a las 04:24 horas realizó la llamada de emergencia. Su sobrino suscribe lo mismo.
Las familias insisten en bajar al pecio
En paralelo a la investigación judicial, los familiares insisten al Gobierno en la necesidad de inspeccionar el pecio, hundido en la zona, para comprobar en qué estado se encuentra y poder recabar pruebas que aclaren las causas que desencadenaron una de las mayores tragedias de la navegación española.
La portavoz de las familias, María José de Pazo, reitera que está encima de la mesa una oferta de una empresa de Noruega que contactó con la Xunta de Galicia para ofrecer de forma gratuita un robot y un sónar de barrido lateral para bajar al lugar del hundimiento, y avanza que los familiares se movilizarán para seguir reclamando que se investigue lo sucedido.