Eran las 22:15 cuando el escenario del Muelle de Trasatlánticos de Vigo se convirtió en un ring de boxeo. Los titanes de la noche: Two Door Cinema Club y Mando Diao. La tormenta perfecta. Un K.O. totalmente inesperado. El ambiente rezumaba endorfinas y espumeaba cerveza.
Las formaciones gallegas Salomon Grass y Bala caldearon el ambiente hasta el anochecer. La noche estaba reservada para las bandas internacionales. Cabezas de un cartel del Festival Latitudes muy ambicioso: Mando Diao tomaría los mandos primero en el escenario del Puerto de Vigo como primera gran apuesta del Xacobeo en su programación musical en la ciudad. Cerraría Two Door Cinema Club.
A las 22:00 se llenó el recinto, los hosteleros no tuvieron ocasión cerrar el grifo. Eran rápidos y eficaces pero los espectadores tenían mucha sed. El muelle era un espectáculo de camisas de colores, melenas al viento, vaqueros envejecidos y complementos improbables. Estaba lleno, pero no agobiaba. Se llegaba a las primeras filas con facilidad y había espacio vital como para bailar en cualquier parte, pero no tanto para saltar escandalosamente, como también ocurrió. Había ambiente, pero la posición de la barra no quitó visibilidad a quien no quiso perderla.
Mando Diao: un show inapelable en Vigo
Daniel fue escéptico solo durante un rato. Llegó a Vigo desde Ourense y estaba convencido de que el líder de la banda, Björn Dixgård, sería incapaz de hacerlo llegar al clímax que conseguiría si no se hubiera divorciado de su pareja artística en 2015, Gustaf Norén. Vaya si llegó.
Los años parecen insuflar energía al vocalista sueco, que no dejó de interpelar al público en toda la actuación. Saltó con ímpetu rabioso mientras cantaba con el entusiasmo de un aprendiz. Imposible contar la de veces que recorrió el escenario de lado a lado, ni los besos que lanzó a las primeras filas. Tal era la sobreestimulación que pasó desapercibido que besara en la boca al guitarrista. El batería se subió al banco, se quitó la camiseta y se mostró al público con los brazos en cruz. Suma y sigue. Estímulo y respuesta: un público integrado, ingobernable, poseído, insaciable.
La traca final
Si ‘Don’t tell me‘ entusiasmó no se quedaron atrás ‘Mr Moon’, ‘Dancing all the way to hell’ o ‘One last fire’. Una entrega desmesurada que avanzaba in crescendo. Alguna balada para dar tregua. Y aliento. Y prepararon al público para la traca final.
Dixgård motivaba a los asistentes exclamando todo el tiempo cualquier cosa que se le pasaba por la cabeza: «¡Viva España y viva Vigo!», «Come on girls…¡Dance!». Se pide una cerveza. Se bebe la cerveza: «¡Come on, levantad la mano!». Y el cantante también llegó al clímax: «Vigo es un paraíso: buena gente, buen rollo y al lado del mar. Todo lo que nos gusta: ¡Nos vamos a comprar un puto apartamento!«.
Casi dos horas de concierto, casi dos horas de euforia sostenida. Lo mejor llegó en el último tercio: ‘Gloria’, ‘Long long way’. Parece que se van, pero superaron su propia marca: ‘Dance with sombody‘. Soberbio.
El público, como una enorme masa de magma al rojo vivo en pleno puerto de Vigo, entró en una erupción liberadora ante Mando Diao. No se expresaba con el intenso manto de ardora que proyectan linternas encendidas en los conciertos multitudinarios. La escena evocaba más bien la fiereza de una fauna enfervorecida de especies salvajes ante suculentos animales humanos que cocinaban con sus instrumentos los acordes de su droga favorita. Salvaje. Difícil de superar.
Two Door Cinema Club: el brillantísimo neutro
Ellos eran los más esperados, los soberanos incuestionables de la primera jornada del festival. Todo el mundo quería ver a Two Door Cinema Club pero a la hora de la verdad nadie parecía querer verlos.
‘I can`t talk‘ abrió un repertorio que parecía elegido por un fan acérrimo: «Are we ready?», «This is the life», «Wonderfull Life»… cuando interpretaron una versión implacable de «Cigarretes in the theatre», uno de sus temas emblemáticos, José Manuel se exaltó en la cuarta fila: «¿Pero qué coño pasa? ¿La gente se viene a las primeras filas solo para estar en las primeras filas? ¡Aquí nadie se sabe las canciones, nadie baila! ¿Dónde está la vibra que había con Mando Diao?».
Antón tiene claro el porqué. Vive en Londres y está de vacaciones en su tierra. Vio tres veces a Two Door Cinema Club: «Nunca defraudan, son boísimos, impecables, pero son galeses e son fríos, non van dar un espectáculo cara o público como o que deu Mando Diao».
Espíritu festivo
Salvo el grupo de cuatro chicas aferradas a la valla en el centro de la primera fila, los grupos de la parte de adelante eran tibios en comparación con lo que habían expresado apenas una hora antes. La euforia se desplazó a los laterales y tampoco era exactamente euforia sino espíritu festivo. Grupos de amigos que saltaban, parejas que bailaban rock en clave de pasodoble y exaltaciones de la amistad.
La puesta en escena de Two Door Cinema club es más brillante que vibrante en un festival de verano, y a altas horas ese matiz cambia muchas cosas. Alex Trimble contó que era su primera vez en Vigo, una ciudad maravillosa en la que hay una comida excepcional, no se bebió una cerveza ni dijo que se quería comprar un puto apartamento al lado del mar, el batería no se quitó la camiseta con los brazos en cruz. Y eso en un festival de verano a las 2:00 de la madrugada cambia muchas cosas.
Antón comparó su actuación con una anterior en Benicassim. Vigo ganó con creces porque «a 40º de calor, con humedad e empezando a tocar ás las 2:00 en vez de ás 12:30… en levante estaban reventados, hoxe deron un conciertazo«. Hora y media de recital. Dieciocho canciones con un cierre irreprochable: «What you know«. Ahora sí. El público arribísima y el público a sus pies.
Fin de la segunda parte. Este sábado, Iggy Pop, entre otros.