El fenómeno C. Tangana explotó como un ‘big bang’ con un proyecto de ambición desmedida. A partir de un personaje castizo y chulesco, afín al propio ‘mood’ de Puchito, ya célebre como faro del trap y el hip hop nacional, Antón Álvarez (1990) se creó un nuevo personaje con el que, sin abandonar la modernidad de sus producciones mano a mano con Alizzz, abrazar estilos tradicionales como el flamenco, el bolero o el pop-rock urbano. El disco resultante fue ambicioso (‘El madrileño’, 2021) y su puesta en escena, este ‘Sin cantar ni afinar tour’ que este martes arrasó en el puerto de Vigo, tenía que serlo también.
Un escenario colosal, una pantalla ciclópea (nunca mejor dicho, la pantalla descomunal como ojo que observa y muestra todo lo que sucede en escena) y docenas de músicos sobre el escenario son las tres patas de su puesta en escena. Orquesta de cuerdas y de metales, bases electrónicas y un sarao flamenco arroparon al carismático Pucho. Él solo era capaz de llenar el escenario mientras una ‘steadycam’ y una grúa proyectaban en el pantallón su efigie desafiante pero cercana. Sin embargo, el concierto no sería el espectáculo mayúsculo que fue sin esas poderosas secciones de viento y cuerda. Ni sin invitados. Es una pena que uno ya sepa de antemano las bases de este show. Como en aquel mítico ‘Zoo TV Tour’ de U2 en 1992, quien no supiera NADA de antemano se ha llevado la sorpresa del año. Porque ‘Sin cantar ni afinar tour’ va más allá de lo típico, trasciende la presentación de un cancionero por parte de un artista y su grupo sobre un entarimado bajo muchas luces. La propuesta de C. Tangana es presentar una suerte de bar-coctelería, en cuyas mesas, oh sorpresa, vamos a descubrir a nombres tan ilustres como La Húngara, Juan Carmona, Marina Carmona, Ismael El Bola, Lucía Fernanda, Noemí Humanes o el mismísimo Jorge Drexler. Como en el disco que defiende el show, la presencia de invitados es medular en la concepción del evento. Pena la ausencia de El niño de Elche o de Kiko Veneno, pero es natural: los artistas tienen sus agendas, y en sus ‘sustitutos’ no se les echó de menos.
¿Y la música? Pues con un sonido limpio y poderoso (no podía ser menos con esa tripulación) C. Tangana-Pucho-El Madrileño obró esa magia al alcance de, quizá, solo él (con permiso de Rosalía): la de hermanar tradición y sonidos urbanos, lo clásico y lo nuevo, lo generacional y lo atemporal. El milagro es que los más de cinco mil asistentes (sin contar las personas que lo disfrutaron desde los alrededores) no se dividen, gozaron lo mismo del trap de ‘Llorando en la limo’ que de la rumba venenosa ‘Los tontos’, del hip hop chulesco que de la bachata, de los guiños a New Order que de los homenajes a Ray Heredia. El RnB de ‘Antes de Morirme’ (en el original con la intervención de una novel Rosalía, por cierto) se compenetra así con el rock urbano de ‘Nominao’, del mismo modo que se coreó con igual intensidad el trap ‘Yelo’ que la versión de ‘No estamos lokos’ entonada por el mítico Juan Carmona.
Si además C. Tangana se paró un minuto para recordar sus orígenes vigueses y su amor por el Celta (heredado de su padre, natural de la ciudad), queda un concierto de esos que serán recordados.