El Obispado de Tui-Vigo ha respaldado este martes la decisión del párroco de As Neves, Francisco Javier de Romero, quien el pasado sábado se negó a aceptar como madrina de una niña a una mujer que cohabita con su pareja sin estar casados.
“El párroco debe actuar con la necesaria fortaleza para rechazar un padrino que podría causar escándalo entre los fieles”, asegura el Obispado en un comunicado en el que explica que “el hecho de que determinadas conductas públicas e inmorales estén muy extendidas entre los fieles no hace que estos puedan ser admitidos como padrinos”.
El párroco de As Neves ya despertó polémica hace un mes al prohibir la famosa procesión de los ataúdes que se venía celebrando cada 29 de julio durante las fiestas de Santa Marta de Ribarteme.
La conocida como ‘Procesión de los Cadaleitos’ es fiesta de interés cultural y un importante foco de atracción turística; su origen se remonta al menos hasta el siglo XII, aunque algunos estudiosos creen que tiene sus inicios en tiempos precristianos.
En esta procesión, los devotos se ofrecen a Santa Marta y acuden a la ermita en el interior de ataúdes transportados por familiares y amigos como forma de agradecerle que les haya ayudado a superar situaciones que los pusieron al borde de la muerte, lo que el párroco considera una superstición y por lo tanto un motivo para prohibirla.
Aquella decisión, respaldada por la Diócesis, despertó la indignación de los vecinos, algunos de los cuales han vuelto a colocar al cura en el punto de mira por negarse a bautizar a la niña si los padres se obcecaban en su decisión de escoger a esa madrina, como así fue.
“Ningún padre, o ningún bautizado adulto, se debe extrañar si el párroco rechaza un padrino que lleva un estilo de vida incompatible con las enseñanzas de la Iglesia Católica, pues es obligación del párroco actuar así”, señala el Obispado, que recuerda los requisitos que ha de cumplir quien quiera ejercer de padrino o madrina.
La decisión tomada por el párroco de As Neves supone “actuar como el buen pastor” para el Obispado, ya que a una madrina es obligado exigirle “una vida congruente con la fe y con la misión que va a asumir”, lo que parece no coincidir con el hecho de convivir sin que medie matrimonio.