Pese a que todo ciudadano parece ser consciente de las implicaciones de un daño cerebral, solo vivirlo implica entender su alcance. Así lo han demostrado las diferentes pruebas realizadas en el vestíbulo del hospital Vithas de Vigo, donde todos los visitantes tienen la posibilidad de experimentar estas limitaciones en primera persona y de forma empírica.
El simple hecho de pelar una manzana ocupó 20 minutos del tiempo de Luis, que tras conseguirlo armado con una herramienta especial, confesó sentir «frustración, nerviosismo e inquietud» porque «solo así te das cuenta de cómo se vive cuando te falta algo». Ponerse una camisa y abrochar los dos primeros botones con solo un brazo cuesta más de 5 minutos. Peinarse con medio cuerpo inmovilizado implica un esfuerzo sobrehumano, hacerse entender cuando se pierde la capacidad de comunicar aísla del mundo a las personas dependientes. Esas son algunas de las lecciones que se llevaron quienes se atrevieron a enfrentase a esta realidad, tan desconocida como cotidiana. Una lección tan incómoda como necesaria.
Daño Cerebral e Ictus
El pasado miércoles 26 de octubre se celebró el Día Internacional del Daño Cerebral, y el próximo sábado 30 se conmemora el Día Internacional del Ictus; en el arco temporal que los abarca, el hospital Vithas de Vigo pone en marcha distintos talleres a la ciudadanía: desde el de logopedia al de fisioterapia pasando por el de terapia ocupacional al de neuropsicología.
«Este tipo de campañas de comunicación son muy útiles para la concienciación social y cuantas más personas se acerquen a ella más posibilidades habrá de construir un mundo más accesible», explica Pablo Villarino Torrado, director de Irenea – Instituto de Rehabilitación Neurológica de Vithas Vigo. Aun así, lamenta, «hay cuestiones que se nos escapan y son muy difíciles de trasladar».
El experto mira a su alrededor en busca de alguna situación representativa: «Piensa, por ejemplo, en una persona privada de movilidad que se desplaza en una silla de ruedas monitorizada. Parece que esto resuelve sus limitaciones, piensa en cuando llega al ascensor y tiene que pulsar el botón», calla, el ejemplo sigue hablando en la conciencia. Esta es solo una de las decenas de situaciones a las que se enfrentan estos pacientes, que cada año alcanzan los 7.000 nuevos casos en Galicia. Señala que: «A medida que avanza la esperanza de vida, aumenta el riesgo de padecer daños de este tipo».