El ascensor que comunica la Rúa Menéndez Pelayo con la Avenida das Camelias se estropea con incomprensible frecuencia, causando enormes incomodidades. Los vecinos de la zona nunca saben cuál será su suerte cuando desean subir o bajar en el ascensor, a veces funciona y otras veces no.
Así es, que siempre están con reparaciones y nunca faltan personas interesadas en saber qué es lo que pasa realmente con ese ascensor que costó una barbaridad. Pero siempre hay un consuelo.
Ahí tenemos, por ejemplo, a ese caballero que está cómodamente sentado y que observa con gran atención las maniobras de los técnicos. En fin, que si el ascensor no funciona siempre servirá, por lo menos, como un nuevo entretenimiento.