En la senda verde que parte de Vigo y llega a la antigua estación de Chapela todavía quedan restos de vías del tren y algunas señales que recuerdan otros tiempos. En la fotografía se muestra una de ellas que resulta curiosa que advierte del peligro de la existencia de trenes y que recuerda una anécdota real acontecida en un pueblo cercano.
En otros tiempos existían pasos a nivel vigilados por operarios de la compañía ferroviaria. Uno de ellos era un hombre que llevaba una parche en un ojo porque lo había perdido cuando era un niño. Teniendo en cuenta que se trataba del guardavía, la gente del pueblo, que era muy ocurrente, le había puesto por mote “ollo ao tren”.