A pesar de que la fotografía ha evolucionado mucho las cabinas de fotomatón siguen utilizándose, sobre todo, para los carnés de identidad. Cierto que las gamberradas ocurren en todas partes y que unas pueden ser más simpáticas que otras, pero al dueño o la dueña de esta cabina de fotomatón de la Praza de América, de Vigo, no le habrá resultado nada simpático el robo del asiento.
Ahora, las fotografías en esa cabina ya no serán tan agradables. Ya no tendrá sentido aquello de sonreír ante la cámara ni tampoco los ajustes de altura de los ojos ante el ocular, que van a ser casi imposibles. El mejor negocio será, sin duda, para quienes venden los asientos.