Los avances en temas de igualdad son absolutamente necesarios, sobre todo en igualdad de género, por supuesto, pero hay que reconocer que conllevan cambios curiosos en las costumbres. En la actualidad, los tipos de familias ya no son tan tradicionales como antaño, con un padre y una madre. Ahora existen familias monoparentales, familias formadas por dos mujeres, y familias formadas por dos hombres.
En los colegios ya no se celebra el Día del Padre en consideración a las niñas y a los niños que no lo tienen. Pero no se trata de una medida relativa a las huérfanas o huérfanos, sino a las niñas y niños que no tienen padre porque han sido concebidos mediante técnicas modernas de reproducción. De modo análogo pasa con el Día de la Madre, porque hay parejas de hombres que tienen hijos mediante el mismo sistema, y no tienen madre. Es algo totalmente lícito hoy en día, pero la norma, siquiera tácita, de eliminar esas celebraciones del ambiente escolar resulta un poco controvertida.
En otros tiempos, los colegios aprovechaban los días previos a las celebraciones del Día de la Madre o del Día del Padre para centrar las actividades formativas, y así constaba en las programaciones didácticas. Se desarrollaban trabajos manuales para preparar postales adornadas con dibujos, flores de papel, se preparaban pequeñas redacciones, e incluso se escribían sentidos versos infantiles, todo ello para homenajear a las madres y a los padres. Además, en las casas se compraban regalos para las madres y para los padres…, en fin, unas fiestas familiares que ahora, con vertiginosa velocidad, van quedando anticuadas y, sobre todo, políticamente incorrectas.
De momento, todavía se siguen celebrando los cumpleaños y los santos, pero la sociedad sigue evolucionando y no sería extraño que dentro de cierto tiempo esas pequeñas celebraciones ni siquiera tengan cabida en nuestras vidas. Es preciso reconocer que en algunos aspectos los cambios de la sociedad casi nos pillan con el pie cambiado.