Cuando en poco menos de un mes Jairo Zavala, conocido como DePedro, se suba al escenario del Terraceo en Vigo vendrá con una gran experiencia a sus espaldas: haber pasado en Madagascar buena parte del mes de abril grabando un documental solidario de la ONG Agua de Coco. Pero en septiembre del año pasado ya conoció la realidad de esas lejanas tierras una ingeniera viguesa de 34 años, Carlota Cao, una vivencia de esas que quedan registradas para siempre en la memoria. Vayamos por partes.
Hacía tiempo que Carlota buscaba viajes en colaboración con ONG porque quería empezar a hacer viajes con un cierto sentido social o al menos, “conocer la realidad del país”, según relata. Aunque ya había hecho viajes de mochilera por Perú, Bolivia o Argentina la oportunidad le llegó de la mano de Yeray Menéndez en 2020, un fotógrafo asturiano que hizo varios viajes a lo largo de los años a Madagascar, haciendo reportajes en las Minas de Zafiro de Ilakaka y colaborando ya con la fundación Agua de Coco, por lo que conocía la isla y la ONG bastante bien.
“Cuando supe que Yeray iba a llevar un grupo de gente con él a Madagascar, no lo dudé y me apunté: qué mejor guía que él, que además habla malgache”, señala la ingeniera viguesa. Entonces surgió la pandemia y el viaje se suspendió pero lo retomaron en septiembre de 2022, “El viaje tenía parte de naturaleza y aventura y la parte social que yo buscaba, que era conocer la ONG Agua de Coco, ya que parte del dinero que pagamos por el viaje se destinó ahí”, explica.
En septiembre 2022 viajaron a Madagascar, a casi 9.000 km en línea recta desde Vigo, un grupo de 18 personas. Carlota era la única gallega, pero entre todos representaban prácticamente todas las comunidades españolas. El viaje duró 3 semanas, durante las que recorrieron el país y conocieron a José Luis Guirao, fundador de Agua de Coco y todos sus proyectos.
Escepticismo
En algunos sembró la idea de poder ir a trabajar allí en serio, como fue el caso de Carlota, que espera poder regresar más pronto que tarde. “Reconozco que yo era un poco escéptica con las ONG, no sabía si el dinero llegaba realmente, pero al conocer a José Luis y su equipo y todo el trabajo que hacen, me di cuenta de la gran labor humanitaria que están haciendo con las niñas y las mujeres en un país tan olvidado como Madagascar”, indica Carlota.
Según los datos difundidos por la ONG Agua de Coco, en Madagascar más del 92% de la población vive bajo el umbral de la pobreza. El papel de la fundación en regiones como la de Tulear, donde se encuentra el Centro de Acogida Socioeducativa y Musical, es fundamental. Son zonas en las que los menores están expuestos a la explotación laboral, física y sexual. Además, según datos de UNICEF, en Madagascar el 24% de los niños en edad Primaria y el 73% en edad Secundaria no asisten a la escuela.
Desplazamientos complicados
Aunque los desplazamientos por la gran isla del Índico son muy complicados, además de Tulear y Mangily (en la costa oeste) el viaje le permitió conocer muchos paisajes muy diferentes: ciudades como Antananarivo, Ambositra, Fianarantsoa, Antsirabe parques naturales como Ranumafana o la reserva de Anja; el Parque Nacional de Isalo (muy seco pero con oasis maravillosos); las minas de zafiro de Ilakaka o el parque nacional de Andrigitra (donde está la pared vertical más alta de África, la pared Tsaranoro, hasta la cumbre del pico Camaleón; recorrer los manglares de Manakara; y disfrutar de la vista de arrozales y baobabs por el camino.
Proyecto Fanantenana con DePedro
Precisamente durante estos días la misma ONG con la que colabora la ingeniera viguesa se encuentra grabando en Madagascar el documental “Fanantenana, música para la esperanza”, junto al artista madrileño DePedro y Kilema, músico malgache afincado en España. Ambos ya se encuentran viajando por la isla, con el objetivo de visibilizar la difícil situación que vive la infancia en el sur de Madagascar.
Fanantenana significa “esperanza” en malgache, y eso es precisamente lo que quiere transmitir Agua de Coco y los artistas implicados con su labor.
En su recorrido por Madagascar visitarán algunos de los proyectos de la fundación. Entre ellos, la escuela más grande de la ciudad, la Escuela de las Salinas, y el Centro de Acogida Socioeducativa y Musical, donde DePedro y Kilema convivirán con los niños y niñas que allí se forman en diferentes disciplinas musicales, entre las que se incluyen el góspel, la fanfarria o la batucada. Los músicos conocerán también a Georgina Andrinani, exbeneficiaria de las escuelas de Agua de Coco y actual directora de la coral MalagasyGospel. También visitarán las zonas donde los niños están expuestos a graves peligros, como las minas de zafiros o las salinas.
«Efectos transformador de la música»
DePedro explica que el proyecto de Fanantenana le llamó la atención sobre todo por la participación de un coro con niños y niñas. “Tengo mucho interés en que la música sirva para ayudar en contextos difíciles y ayude y refuerce la autoestima y la identidad cultural de los sitios a los que voy”, indica el artista en un vídeo difundido por redes sociales antes de iniciar el viaje. El músico destaca el “efecto transformador que tiene la música. “Me dije: tengo que ir. Y tengo mi traje de aprendiz listo”.