En el otoño de 1904, un grave incidente internacional estuvo a punto de traer la guerra a Vigo. El 26 de octubre de aquel año entra en la ría el buque insignia de la escuadra imperial rusa, el “Kniaz Suvarov”, bajo el mando del almirante Rojestvenski, seguido de los acorazados “Alexander II», “Orel” y “Borodino”.
Otros buques esperaban fuera de las islas Cíes o se refugiaron en ensenadas como la de Bueu, como el famoso crucero “Aurora”, cuyos cañonazos muchos años más tarde, en 1917, desatarían la Revolución Bolchevique y el asalto al Palacio de Invierno de San Petersburgo. Todos venían seguidos por buques de la Royal Navy, mientras el Reino Unido valoraba declarar la guerra a Rusia por los incidentes protagonizados por aquella flota del zar apenas unas horas antes.
Travesía hacia el mar de Japón
La escuadra rusa del Báltico llegaba a Vigo en su travesía hacia el mar del Japón, donde se iba a librar al año siguiente, en 1905, la decisiva batalla naval de la Guerra Ruso-Japonesa que acababa de estallar. Sin embargo, en el camino había sucedido algo terrible. Cuando navegaban por el llamado “banco de Dogger”, frente a las costas británicas, la niebla confundió al almirante Rojestvenski, quien ordenó disparar contra unos barcos extraños que creyó que eran torpederos japoneses desplazados a la zona.
Tres marineros muertos
Aunque aquello resultaba inverosímil, el 21 de octubre los buques rusos estuvieron disparando a ciegas durante horas contra aquellas embarcaciones, que en realidad eran pesqueros de la ciudad inglesa de Hull. En el desastre, en el que también se alcanzaron unos buques rusos a otros, resultaron muertos tres marineros ingleses y se desató una terrible tormenta internacional, que estuvo a punto de anticipar una guerra mundial.
«Incidente Hull»
Mientras Londres clamaba por aclarar el llamado “Incidente Hull” y exigía a Rusia entregar a los responsables, la flota zarista seguía su marcha y su almirante decidía entrar en la ría de Vigo para carbonear. La expectación en la ciudad olívica era enorme. Recordemos que ya estaba en marcha el llamado “Cable Inglés” y las noticias volaban en los telegramas, mientras los cónsules informaban a sus gobiernos de la tensión creciente.
Tras la flota rusa, venían buques de guerra de la Royal Navy, e incluso se dice que uno de ellos, el “HMS Lancaster”, estuvo a punto de entrar en la ría de Vigo con la intención de abrir fuego.
Flota imperial rusa
La Flota Imperial rusa estaba compuesta por 11 acorazados, 9 cruceros, 10 destructores, 6 transportes, 2 buques hospital y varios mercantes auxiliares. Eran en total unos 40 buques, cada uno de los cuales quería carbonear unas 400 toneladas en Vigo. Sin embargo, el comandante de Marina Ruiz Rivera informó a Rojestvenski de que el Gobierno de España le negaba el abastecimiento.
Se temía una grave escalada del conflicto. Mientras se prolongaba el impasse, comenzaban a aparecer en Vigo periodistas para enviar sus crónicas a los medios internacionales, pues el tren ya hacía muchos años que comunicaba con Madrid, de forma que las oficinas de telégrafos echaban humo.
Puerto neutral
Finalmente, el día 27 se permitió ir abasteciendo a los buques rusos, aunque de forma escalonada para respetar el derecho internacional, que impedía a una armada extranjera entrar al completo en formación en un puerto neutral a carbonear en tiempo de guerra.
Temor a un ataque inglés
Finalmente, la Flota del Báltico tuvo que estar en Vigo hasta el 1 de noviembre, aunque fue zarpando paulatinamente hacia el sur. Hasta las Cíes, eran escoltados por la fragata española “Extremadura”, mientras se mantenía el temor a un ataque inglés, que finalmente quedó descartado cuando el almirante Rojestvenski aceptó desembarcar en Vigo a algunos oficiales para que fuesen juzgados por un tribunal internacional por las decisiones tomadas en el “Incidente Hull”.
Por cierto que, en 1905, cuando la comisión terminó sus trabajos, se declaró inocentes a los rusos, porque se justificó que la niebla, y el temor a los japoneses, les habían llevado a disparar contra pescadores inocentes. Rusia pagó 16.000 libras esterlinas a las víctimas.
Humillación completa
Al año siguiente, aquella Flota Imperial rusa sería aplastada sin piedad por la Armada Imperial japonesa, que se mostró muy superior e infligió a las fuerzas del zar una humillación tan completa como por historia inesperable. Japón, que apenas se había abierto a Occidente unas décadas antes con su dinastía Meijí, se había convertido en poco tiempo en una enorme potencia capaz arrasar a grandes imperios de antaño.
Tratado de Portsmouth
Finalmente, el Tratado de Portsmouth, firmado el 5 de septiembre de 1905 puso fin a la guerra, mientras el presidente de los Estados Unidos Theodore Roosevelt obtuvo el Premio Nobel de la Paz en 1906 como mediador en aquel armisticio.
El único buque que sobrevivió a aquel desastre fue precisamente el crucero “Aurora” que hizo también escala en la ría de Vigo. Actualmente sigue a flote, aunque amarrado a puerto en San Petersburgo, convertido en un museo flotante. Quien lo visita todavía puede ver una placa en bronce donde se recoge aquella singladura y en grandes letras aparece en caracteres cirílicos el puerto donde en 1904 a punto estuvo de estallar una guerra mundial: el de Vigo.
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