A finales de los años 80 del siglo XX, la casualidad produjo un gran hallazgo arqueológico en Vigo. Una excavadora desmontaba una ladera en el lugar de A Estea, en Saiáns, cuando extrajo 27 hachas de talón del Bronce Final (1000-600 a.C.) que fueron encontradas en la caja del camión que evacuaba la tierra de aquellas obras.
Aquel descubrimiento encajaba con una zona donde también se había encontrado un castro, lo que demuestra que estos “outeiros” con vistas a las islas Cíes eran un área poblada desde antiguo en la ría de Vigo. En 1990, los arqueólogos José Manuel Hidalgo Cuñarro y Xabier Rodríguez Paz publicaban en el número 3 de la revista “Castrelos” un artículo clarificador: “Nuevos hallazgos de la edad de Bronce en Vigo: el depósito de hachas de Estea-Saiáns”.
Museo «Quiñones de León»
Poco después, tras intensas gestiones, se consiguió que las hachas fueran depositadas en el Museo “Quiñones de León”, donde todavía son una de las piezas más llamativas, porque sin duda sorprende la abundancia de este depósito. De hecho, de las 27 piezas, 25 están completas y otras dos, fracturadas. Pero lo más importante es que no tienen marcas de uso, al punto de que conservan los “conos y las rebabas de fundición”. Y esto que parece tan extraño en realidad no tiene nada de raro, aunque sigue siendo objeto de debate arqueológico.
El depósito que podemos ver en el museo de Castrelos, con ser enorme, ni siquiera es el más grande encontrado en la provincia. En el Museo de Pontevedra, se expone el conjunto de 125 hachas del Bronce encontradas en Samieira, en el municipio de Poio. Con sus dos anillas, una longitud de unos veinte centímetros y su peso de aproximadamente 1 kg, son casi idénticas a las que se muestran en Vigo.
Bronce Atlántico
La curiosidad del caso es que, durante la época conocida como el Bronce Atlántico, fueron muy comunes estas acumulaciones de hachas o de armas como puñales o espadas del modelo llamado de “lengua de carpa”, por la forma sinuosa de su filo. En la ría de Huelva, se ha encontrado el mayor depósito, con 400 piezas de bronce, que muchos han identificado con rituales consistentes en arrojar armas a rías, lagos y cursos fluviales, una costumbre que, desde la noche de los tiempos, terminaría por forjar incluso leyendas con la de la espada “Excalibur” que dicen le fue entregada al mítico rey Arturo por la “dama del lago”.
Cuentos aparte, la realidad existen varias hipótesis sobre la función de estas piezas. Se especula con que las hachas fuesen objetos de prestigio o bien una especia de lingotes que se conservaban fundidos con forma de hacha para una utilización posterior. De ser así, estarían asociados a talleres metalúrgicos. De lo que hay dudas es sobre que sirviesen efectivamente para algo, porque la aleación lleva plomo y parece muy endeble para emplearlas por ejemplo para cortar madera.
«Objeto-moneda»
En las últimas décadas, se impone la teoría que las considera una especie de “objeto-moneda”, que podría servir para facilitar los intercambios comerciales, que se sabe que en esta época ya eran muy intensos en todo el arco atlántico, por supuesto incluyendo Galicia.
Pocas certezas hay tampoco sobre por qué aparecen estos depósitos de hachas enterrados como en el caso de Saiáns en Vigo. Se ha especulado con que los guardase un fundidor o que tengan algún significado ritual. Pero, como demuestra la navaja de Ockham, a veces la explicación más simple es la que mejor encaja: alguien sepultaba estos objetos valiosos y, por las razones que fuesen, no volvían a desenterrarlos.
Invasiones
Hace mucho tiempo, cuando el “invasionismo” era la gran moda en Historia, se asociaban estos depósitos a las invasiones, cuando se ocultaban las riquezas para preservarlas. Pero, obviamente, el ser humano no se está haciendo la guerra en todas partes todo el tiempo. Así que hoy se considera que la mayor parte de los llamados “tesorillos” están más basados en el “olvido”. Alguien entierra una vasija con joyas o monedas en su interior y el “secreto” se termina perdiendo hasta que un señor de Palencia, de Murcia o de Caldas de Reis se pone a “sachar” una zanja en el siglo XXI. O a desmontar con una excavadora una ladera en Saiáns a finales del siglo XX.
Como sucedió con este conjunto de 27 hachas del Bronce Final, del llamado Bronce Atlántico, que pueden verse en el Museo de Castrelos sin tener que salir de Vigo y, para más facilidades, con la entrada libre y gratuita para todos los públicos.
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