La Audiencia Provincial de Pontevedra ha dictado auto confirmando la decisión del juzgado de instrucción número 4 de Vigo, en la que se decretaba el cierre de la causa por el homicidio de Manuel Salgado, que apareció muerto por un disparo en la cabeza en abril de 2004, en un garaje de la calle Rosalía de Castro de la ciudad, sin procesamiento alguno al no haber indicios de la autoría del crimen.
En junio pasado, el juzgado de primera instancia dictó auto por el que consideraba concluso el sumario al no haber pista sobre el autor del disparo mortal, y después de una investigación policial «deficiente, incompleta y carente de criterio lógico».
Ahora el tribunal provincial, que ha desestimado el recurso de la familia, ratifica esa decisión y da carpetazo definitivo a este procedimiento, según han explicado fuentes conocedoras del procedimiento.
Con todo, la portavoz de la familia, Carmen Balfagón, ha advertido de que «la familia no se rendirá» e intentará buscar otras vías para que el crimen «no quede impune», y para saber «quién lo mató y, sobre todo, por qué».
Auto del Juzgado de Instrucción
En su auto, el juzgado de instrucción 4 de Vigo señalaba que esta investigación, que fue archivada en su momento, se reabrió en noviembre de 2021 porque había «dudas e incongruencias que necesitaban una respuesta lógica».
Entre las cuestiones que habían quedado sin aclarar, el magistrado indicaba que, una semana antes del homicidio, un vecino encontró un cartucho de las mismas características del disparado con el arma de crimen, lo que hace surgir dudas sobre si la muerte por encargada a un ‘profesional’. «Semejante descuido de dejar un cartucho percutido y usar luego para el cometer el crimen la misma arma y la misma munición no parece acomodarse al perfil de un sicario profesional, y parece más propio de un aficionado o persona no preparada que estuvo valorando como actuar», explicaba en el auto.
También se refería al hecho de que, la posición del cadáver, llevó a pensar que la víctima conocía al agresor, porque no hizo ademán de huir, sino de meterse en el coche «para esquivar un enfrentamiento verbal». Por tanto, todos los indicios apuntaban a que el autor se vincula con personas cercanas al ámbito familiar de Salgado, teniendo en cuenta que en esos momentos sus relaciones familiares eran «turbulentas», tras una separación traumática y enfrentamientos por motivos económicos, que incluso llevaron al hombre a confesar a sus allegados que se sentía vigilado «y temía por su vida».
De hecho, en esa causa estuvo investigada la exmujer de la víctima, y su pareja de entonces, pero las actuaciones se archivaron con respecto a ellos.
Igualmente el juez, calificaba como «curioso» que el hijo de Manuel y de su exmujer hubiera sido abogado defensor del otro investigado; que una empleada de hogar hubiese mentido acerca de las personas que estaban en el domicilio de la exmujer esa noche; o una llamada telefónica sospechosa de la investigada minutos antes del crimen. «Nadie tuvo la iniciativa de investigar estos hechos, y resulta que a esta altura es imposible averiguar algún dato al respecto», señalaba el juez.
Asimismo, hacía alusión en su auto a la «poca memoria» de los testigos o al hecho de que no se investigó «la íntima relación» de la exmujer de Salgado con agentes de la Guardia Civil, «especialmente de la Intervención de Armas».
El juez concluía que «la investigación policial fue en su momento especialmente deficiente, incompleta y carente de un criterio lógico, quizás por haber desplazado de la misma a algunos de los funcionarios más competentes adscritos a la Comisaría local, para ser sustituidos por otros procedentes de unidades centrales con total desconocimiento de la zona, con lo que se privó de mucha información policial, dejando muchos cabos sueltos que el paso del tiempo ha impedido solventar, pues los nuevos testigos llamados ofrecen versiones que en nada ayudan a resolver tales incertidumbres».