El Castro, en el Paseo de Alfonso XII, de Vigo, ha cerrado sus puertas en el pasado mes de agosto y dentro se han quedado multitud de recuerdos de sus clientes y amigos. Antaño, el local fue un conocido restaurante que sigue conservando el cartel original, con el mismo nombre.
En esta etapa, abrió al público en el año 2013 de la mano de Andrés y de Luis, amables, eficientes, e incluso atrevidos aventureros en la selva de la hostelería, donde las dificultades son abundantes, y el final no siempre es el esperado.
Andrés y Luis se conocieron en el año 2000, pero empezaron sus negocios hosteleros en el 2011. Al principio cometieron numerosos errores producto de su inexperiencia, pero enseguida aprendieron y en el 2013 se hicieron cargo de El Castro, un local donde inicialmente casi todo se reducía al servicio de bebidas y de cervezas. Muchas personas recordamos como fueron incorporando con mucha prudencia los pinchos y las tapas, hasta llegar a convertir el local en un referente en el que se organizaban eventos, comidas y cenas, además de conciertos de jazz y actuaciones singulares como, por ejemplo, la de Tony Lomba.
Al cabo de varios meses, Andrés y Luis habían conseguido transformar El Castro en un local de moda donde destaca la singular galería posterior que vuela sobre el puerto pesquero y la ría. Unos años más tarde, en el 2016, abrieron La Pola, justo enfrente, al lado de la fuente de una plaza sin nombre que bien podría dedicarse a la poeta Xela Arias, a la que se dedicó el Día das Letras Galegas año 2021; una plaza donde estaba instalada la terraza y donde se llegaron a realizar concurridas actuaciones musicales.
En el año 2018 se hicieron cargo del café La Astilla, en el número 4 de la Rúa Padre Feijóo, frente a la Ciudad de la Justicia, pero la abrieron al público en septiembre de 2021. Hace muy poco, en agosto de 2023, decidieron traspasar El Castro, sin embargo, no tuvieron tiempo de disfrutarlo porque, Luis falleció repentinamente hace tan solo unos días, una pérdida que ha impactado a los innumerables clientes y amigos y que ha dejado destrozado a Andrés, que ha perdido un socio y un amigo al que consideraba como un hermano. El Castro, sin Andrés y sin Luis, es evidente que no volverá a ser lo mismo. Allí se han quedado los recuerdos de diez años maravillosos e inolvidables para todos los que hemos estado allí.