En una conversación surgió el tema de la Navidad de Vigo, de sus repercusiones positivas y también de sus inconvenientes, que los hay. Realmente, la Navidad de Vigo es un gran negocio, un negocio de proporciones descomunales que da trabajo a cientos de personas y que mueve cientos de millones de euros en el tiempo en que está funcionando, que vienen a ser unos dos meses. Al sector hostelero le salva la caja de una gran parte del año, en aquellos meses que, de no ser por esa fiesta multitudinaria, no serían excesivamente relevantes porque Vigo, hasta ahora, no era un destino turístico principal y mucho menos en Navidad. Pero los tiempos han cambiado y eso hay que reconocérselo al alcalde, Abel Caballero, que ha conseguido poner a Vigo en el mapa turístico, no sólo en las fiestas navideñas, sino en todo el resto del año.
Miles de personas visitan la ciudad de Vigo tanto en Navidad como en otras épocas como Semana Santa, el verano y muchos de los puentes del calendario. Los inconvenientes de la Navidad de Vigo son los ruidos, las multitudes, los atascos…, y en el otro plato de la balanza están las grandes ventajas. Quizá lo más equilibrado sería suprimir aquello que no corresponde necesariamente a la Navidad y que, además, es lo que más molesta, como es el caso de los tiovivos y las atracciones ruidosas que son propias de una fiesta cualquiera, pero no de la Navidad. Sea como fuere, la Navidad de Vigo se ha convertido en una importante y gigantesca empresa que genera numerosos puestos de trabajo y que mueve millones y millones de euros, algo que ahora es una referencia para todas las demás poblaciones, grandes y pequeñas, y justo es reconocer que el mérito de todo esto es del alcalde Abel Caballero.