El pasado 10 de enero, un individuo que todavía se encuentra en paradero desconocido, asaltó a Carmen Alonso cuando regresaba de hacer la compra. Como a diario, la mujer, que este domingo cumplirá 63 años, recorría una zona deshabitada pero frecuentada por numerosos vehículos y peregrinos que realizan el Camino Portugués.
Esa mañana, de repente, un desconocido la tiró a un terraplén, golpéo su cabeza con una piedra y trató de ahogarla en un río. Llevaba una mascarilla, por lo que no pudo identificar su rostro. Tan solo recuerda que llevaba una sudadera negra y que «era muy moreno». Carmen, todavía con las señales de la brutal paliza en el rostro, con dificultades para poder caminar por las magulladuras y el ánimo destrozado, lo recuerda. Todo, por un botín de 4,7 euros. Desde entonces, la Guardia Civil trata de localizar a su brutal agresor. Resulta imposible no asociar lo ocurrido con el hallazgo de una mujer muerta en un contenedor, a escasos kilómetros del lugar en el que se produjo este ataque, el pasado mes de noviembre.
«Estoy dolorida, abatida, con una impotencia muy grande por lo que me pasó sin saber por qué», relató Carmen Alonso al programa «En boca de todos», de Cuatro.
Sorprendida todavía por lo ocurrido, subraya que la zona donde se produjo el ataque es «muy tranquila, con coches y mucha gente». «Que pase esto en Porriño es muy triste. Puede pasar en cualquier parte, ya lo sé, pero que vayas caminando y de repente te golpeen por detrás sin saber quien», relata.
Afirma que el hombre no dijo ni una sola palabra, pero que ella le ofrecía que se llevase el bolso, que tenía dinero. «No era verdad, solo tenía 4,7 euros por si quería tomar un café, pero yo quería que dejase de golpearme». «Yo pensaba que no vería más a mis dos hijos y a mi nieta, que no llegaría a cumplir los 63 años que cumplo este domingo», relata Carmen.
Y es el agresor, tras arrojarla al río, comenzó a pegarle con una piedra sin parar en la cabeza, rompiendo el cristal de sus gafas, que se le clavó en el ojo derecho.
Carmen está convencida de que el hombre la dejó en el río creyendo que estaba muerta. Sin embargo, estaba viva y tras recuperar la consciencia y sentir el frío del riachuelo en el que estaba arrojada, se agarró como pudo a la maleza para salir de allí.
«Si me quedaba allí no me encontrarían porque era un sitio hondo», señala esta vecina de Mos, que buscó fuerzas donde pudo para intentar volver al camino. «Yo me dije ‘si no salgo del agua me muero’ así que empecé a agarrarme a la hierba para subir y a quejarme por si alguien me escuchaba».
Una vez a salvo del río y tras subir el terraplén por el que había sido arrojada, perdió el conocimiento y fue descubierta por una vecina que llamó a Emergencias. Estuvo ingresada en la UCI del hospital Álvaro Cunqueiro dos días y ahora, en casa, su rostro y su cuerpo muestran las señales de aquella violenta paliza.
Acaban de retirarle 25 puntos de sutura en la cabeza y le quedan todavía otros tantos en la frente y en el ojo derecho.