Cada 13 de abril se celebra el Día Internacional del Beso en diferentes partes del mundo. Su conmemoración se debe al homenaje de la pareja tailandesa que protagonizó, en el año 2013, el beso más largo de la historia, con una duración de más de dos días y que hizo su registro en el Guinness World Records.
Se trata de una fecha sin relevancia cultural o comercial como lo es el día de San Valentín, pero que —al igual que el Día Internacional del Abrazo— se trata de un motivo más para reflexionar sobre la importancia de las muestras de afecto en nuestros días. El mundo necesita más besos, más gestos que emanen desde el aprecio y el amor; y no faltas de respeto, violencia de género y guerras sexistas entre nosotros. Formas de actuar que, por desgracia, están tan arraigadas en nuestro presente que ya nos hemos habituado a ellas.
Hoy día parece lejano y surrealista el mundo del arte donde los pinceles plasman los mejores besos en obras como «El Beso» de Gustav Klimt o «Los amantes» de René Magritte. Hemos llegado a un punto donde el amor romántico y los besos pasionales se han quedado anticuados, exclusivos tras los lienzos o pantallas de cine y abandonados a la ficción. Parece que la expresión de sentimientos genuinos y los detalles remilgados han sido relegados a los poetas, pintores y artistas.
Nuestra cultura nos enseñó de niños que un beso de amor verdadero puede resucitar a bellas durmientes, que hay besos que transforman ranas en príncipes y que todo final feliz queda sepultado con un beso en los labios. Pero más adelante aterrizamos en la vida real y nada tiene que ver con los cuentos de la infancia. Vivimos en una etapa complicada donde las noticias nos inculcan el odio racionalizado del hombre a la mujer y viceversa; y por ello tendemos a reprimir las emociones para protegernos. Pero cabe recordar que somos seres emocionales que necesitan del contacto, relación, proximidad y del afecto de las otras personas para sobrevivir.
Este día del beso, nos invita a valorar mucho más este universo de sentidos y recordar que los besos transforman el ser interno. Hay besos efímeros, también eternos; algunos te despiertan, otros te hacen descansar plácidamente; los hay tímidos, pero también apasionados; sin olvidar los que son furtivos o los robados. Cada beso es único y se queda eterno en nuestra memoria. El mundo necesita de nuestra inspiración, que manifestemos nuestras emociones sin temor, como lo hace el gremio de los artistas. Porque al igual que este, sentimos, amamos y deseamos un futuro feliz donde la gente se bese y ame sin miedo.