Gritos, jaleo, discusiones por las noches, follones en el edificio, gente entrando y saliendo «a todas horas» con «aspecto de toxicómanos, desarrapados o de vivir en la calle»…
Son los «altercados» que llevan sufriendo desde hace casi un año los vecinos de un edificio de la calle Venezuela, en pleno centro de la ciudad de Vigo, debido a la presencia de un joven de unos 30 años que «trapichea con droga» en el piso donde reside.
Pese a que actúa «con algo de discreción», en las últimas semanas el problema se ha agrandado con varios incidentes e intervenciones policiales que realmente ponen los pelos de punta a los vecinos de este ´narcopiso´, ubicado en un inmueble que cuenta con 18 viviendas, donde viven 3 familias con niños pequeños, y siendo la mayoría de los residentes personas de avanzada edad y jubiladas.
Y es que como bien define uno de los vecinos del inmueble con el que ha hablado VIGOÉ «es todo muy rocambolesco». Aún así, tienen «miedo» por «lo que pueda pasar».
«Tenemos un problema de seguridad muy grande y puede pasar cualquier cosa», señala este vecino que prefiere mantener el anonimato.
Y lo «rocambolesco» y «surrealista» de la situación, como bien detalla, es que el joven empezó a residir en el inmueble como inquilino en un piso que se alquilaba por habitaciones junto a otras personas.
Pero no fue hasta hace unos días cuando fueron conocedores de que había dejado de pagar el alquiler al propietario, un médico de la ciudad, quedándose como ´okupa´ en la vivienda y, además, haciendo que el resto de inquilinos tuvieran que abandonar el piso.
Con todo, tras las quejas de la Comunidad de Vecinos, el propietario le pidió al joven que tenía que abandonar la vivienda. Pero fue sin éxito y con intervención policial incluida.
«Intercambiaban en los descansillos»
Sin embargo, los verdaderos problemas con este joven ya vienen de lejos. «Empezó trapicheando con droga. Se llamó un montón de veces a la Policía por follones en el edificio. Saben que mueve droga y lo tienen fichado y tuvo peleas con chicas, llevándoselo la Policía Local por temas de violencia de género», relatan los vecinos, señalando que «están muy quemados» por lo que tienen que vivir día tras día.
Y lo hacen «con miedo» porque, según cuenta, en el edificio «entran y salen» personas «a todas horas».
«Aprovechan que abres la puerta para entrar», dice, señalando a continuación que, sobre todo al principio, era mucho más problemático «porque intercambiaban en los descansillos», explica, lamentando vivir esta situación en la actualidad ya que, en otros momentos, hubo otros inquilinos «pero nunca esto».
Así, los vecinos quieren «que esto se solucione y que esta persona se vaya», pide.
«Vinieron a buscarle y le dieron una paliza»
Así, esta persona narra -todavía con pesadez y malestar- uno de los últimos, y más grave, episodio al que se tuvieron que enfrentar los vecinos en las últimas semanas en plena madrugada.
Tuvo lugar sobre las 4:00 horas de la mañana. «Vinieron a buscarle, se lo intentaron llevar y le dieron una paliza. Lo metieron en el ascensor, le pegaron, trataron de maniatarle y amordazarle», cuenta sobre lo sucedido esa noche, y explicando que «cuando pararon» los gritos y el jaleo, «al poquito llegó la Policía».
Y continúa describiendo que, tras ello, vieron que «el ascensor estaba ensangrentado, con bridas y cinta americana en el suelo«, relata.
«Intentaron entrar en el piso. No les abría la puerta y no sé si la tiraron abajo o no pero entraron y se lo llevaron al Cunqueiro. Al rato estaba de vuelta porque al final era víctima de una agresión«, detalla, especificando que los agentes de la Policía Nacional desplegaron un dispositivo «para intentar buscar» a los agresores.
«Viene gente con un problema de adicción muy serio»
Con todo, saben que esta situación no tiene una «solución fácil» pero temen que vaya a más, con las consecuencias que tendría, incluso, para familiares o amigos que vayan de visita.
«Nos preocupa que pueda venir cualquiera y se encuentre con gente que no tiene que encontrarse y pague el pato», lamenta.
Y sigue: «No es que hagan botellones, es que puede pasar cualquier cosa», señala en claro tono de advertencia apuntando, además, que el trapicheo de drogas no es un simple ´menudeo´.
«No pasa marihuana ni pastillas a estudiantes. Pasa cosas más duras porque viene gente que da miedo. Es gente con un problema de adicción muy serio«, describe, insistiendo en el «miedo» con el que viven porque se lo pueden cruzar por los pasillos en cualquier momento, y siendo conscientes de que esta situación tampoco es «buena publicidad» para el edificio.
Pese a ello, necesitan llamar la atención sobre el problema de seguridad que viven y que la Policía siga el caso para intentar poner solución.
«Lo tiene que solucionar el propietario»
Por último, pone el foco también en la implicación y actuación del propietario al respecto. «Lo tiene que solucionar el propietario. La comunidad poca cosa puede hacer», explica.
Eso sí, desconoce si el dueño del piso ha interpuesto una denuncia en los juzgados pero cree que esa sería «la medida a tomar», considera.
Con todo, se muestra esperanzada en que «se solucione pronto» y «no vuelva a pasar» el episodio vivido hace semanas.