El Concello de Vigo participó el pasado sábado en una subasta de obras de arte de Antonia Bañuelos-Thorndike, la segunda esposa de Fernando Quiñones de León, el Marqués de Alcedo.
La subasta se celebró en Saint-Jean-de-Luz bajo el título ‘ Antonia Banuelos-Thorndike derniers souvenirs intimes & à Divers’ (Antonia Banuelos-Thorndike, últimos recuerdos íntimos y Varios) y por parte del Concello de Vigo se adquirieron «bastantes piezas», según explicó este lunes el alcalde, Abel Caballero. Entre ellas, «bastantes pinturas», ha añadido, sin precisar el número ni tampoco cuál fue el desembolso económico que se realizó.
Todo lo adquirido el pasado fin de semana llegará en el mes de julio a la ciudad y pasará a formar parte del Patrimonio Cultural de Vigo. Además, se expondrá públicamente en el año 2025, en el que se cumplirán cien años desde que la familia Quiñones de León donó el pazo, los jardines y el parque a la ciudad.
En un audio remitido a los medios de comunicación, Caballero indicó que se compraron varias obras de arte de Antonia Bañuelos, cuadros de la Escuela Española, un tapete y tapiz con el escudo de armas de la familia, condecoraciones, botones plateados, un uniforme, un armario platero y licorero, piezas de menaje y libros. «Es una colección que muestra cómo era la cultura en aquel momento en el Pazo Quiñones de León, en Castrelos», ha señalado el regidor vigués.
«Estas obras de arte estaban la Ville de Alcedo, en Biarritz, en el sur de Francia, de ahí pasaron a subasta y ahora ya son de nuevo a la ciudad de Vigo», ha remarcado.
Un total de 332 referencias formaban parte de la subasta celebrada el sábado, pero un total de 74 pertenecían a los recuerdos personales de Antonia Bañuelos, entre los cuales se encontraban numerosas obras de arte realizadas por ella y otras pertenecientes a la Escuela Española, Francesa o Alemana, entre otras. También esculturas y, sobre todo, piezas pertenecientes a menaje y mobiliario. Entre estas últimas, también se subastaron 74 piezas de un juego de menaje de porcelana blanca con el escudo de armas de Quiñones de León.
En la subasta hubo un amplio abanico de cifras, yendo desde los 10 euros de precio de salida de un plato hasta los 15.000 de una obra de arte firmada por la aristócrata, una de las artistas españolas más importantes de finales del siglo XIX.
«Últimos recuerdos»
«Ocultos en la oscuridad de una remota villa de Saint Jean de Luz, estos últimos recuerdos de la Marquesa de Alcedo (1855-1921) nos retrotraen al apogeo de la Belle Époque y nos sumergen en el corazón de las grandes familias aristocráticas europeas».
Con esas palabras se ponían en contexto los objetos que fueron subastados el pasado sábado en Francia y que en su día pertenecieron a Antonia Bañuelos-Thorndike, nacida en Roma –’en el Vaticano’– donde su padre, el conde Miguel de los los Santos Bañuelos y Traval ejercía la diplomacia para España. Él y su madre, María Adelina Thorndike, se habían conocido durante sus responsabilidades anteriores en NuevaYork.
La joven Antonia pasó infancia en España y en 1891 se casó con Fernando Quiñones de Léon y Francisco-Martín (1858-1937), Marqués de Alcedo, hijo del marqués de San Carlos. El título de su marido acababa de ser creado por la Infanta Isabel de España especialmente para él.
Antonia Bañuuelos, como marquesa de Alcedo, entró en el selecto círculo de la aristocracia europea, a través de la rama de los Quiñones, los Grandes de España. Al igual que su padre, el Marqués de Alcedo, nacido en Francia, fue también diplomático, político, escritor y bibliófilo.
En 1896 se trasladó a Biarritz, donde pasó casi 25 años. Tuvieron dos hijas, Antonia e Isabel, que aparecen en sus últimas obras. Murió en Inglaterra, y su funeral fue celebrado en Biarritz en presencia de su gran amiga la Reina Nathalie de Serbia (1859-1941). Está enterrada en el panteón familiar del cementerio de Sabaou, en Biarritz, para el que creó una imponente escultura que representa un ángel, en mármol.
Una vida de aristócrata y artista
En París, Antonia Bañuelos siguió las lecciones de Charles Joshua Chaplin (1825-1891), artista Oficial del Segundo Imperio Francés y que se encuentra entre los pintores del ‘Art Pompier’ (Academicismo). Al igual que su maestro, ella, como artista, realizó fundamentalmente escenas costumbristas y retratos.
Bañuelos expuso muy regularmente en Europa desde finales de la década de 1870 y ganó una medalla de bronce en 1889 en la Exposición Universal de París (lote 177).
La reseña de la subasta subraya que «todos los muebles, objetos y pinturas que se presentan han sido testigos del prestigioso linaje de la familia Quiñones de León y de sus grandes recepciones diplomáticas». Al mismo tiempo, también reflejan la «intimidad de la familia y la sensibilidad de una mujer experimentada en los caminos de la mismísima alta sociedad de la Belle Époque».
La colección, remarca, se conservó hasta la fecha en manos de los descendientes de Antonia Bañuelos, que transmitió además su vena artística a su nieto Juan Luis Cousiño y Quiñones de León, fallecido en 2017.
Además, la estirpe aristocrática también se mantuvo a través de Micaela Ana María Cousiño y Quiñones de León, esposa de Enrique de Orleans, conde de París, y fallecida en 2022 en uno de los barrios más elegantes de la ciudad de París.
Las piezas de la subasta
Catorce de sus obras pictóricas salieron el pasado sábado a subasta por precios de salida que oscilaban entre los 150 y los 15.000 euros de la obra más cara, «L’enfant endormi avec son chien» (El niño dormido con su perro). Entre los lienzos, destaca un retrato de la artista con sus dos hijas, Antonia e Isabel.
Por su parte, el tapete y el tapiz que muestran el escudo de armas de la familia Quiñones de León se subastaron con un precio de salida de 100 y 600 euros, respectivamente. Ambos presentan desgastes significativos.
Entre los objetos más llamativos de la subasta también se encontraban piezas de vestimentas que pertenecieron a Fernando Quiñones de León y Francisco-Martín (1858-1937), marqués de Alcedo, también Caballero de la Orden de Malta. Entre ellas, hombreras, pañuelos, bandas de la Orden de Isabel la Católica, un fragmento de corbata de San Gregorio Magno o dos fajas de la Orden del Águila Roja de Prusia (Prusia), entre otros.