Pocas personas recuerdan la barbaridad urbanística de lo que se conocía como el scalextric de Vigo. Estaba en esa calle que muestra la fotografía y se trataba de un paso elevado proyectado como conexión de la Gran Vía con la autopista AP-9. Se comenzó a construir en 1976, un año después de la muerte de Francisco Franco, y las obras terminaron en 1980, con un coste millonario para la época. La distancia a las viviendas era poco menos de dos metros y medio y las aceras se quedaron durante años en zona de sombra, con la amenaza de la polución y los ruidos infernales del tráfico. Los locales comerciales permanecieron devaluados durante años y la calle, aunque muy céntrica, no resultaba atractiva.
El monstruoso scalextric nunca llegó a abrirse al tráfico. Hubo protestas desde el principio e incluso las posturas en contra que formaron parte de los programas electorales de algunos candidatos, prometiendo su demolición si ganaban las elecciones. Ya así fue. En 1986, diez años más tarde del inicio de su construcción, se iniciaron las obras de demolición con el alcalde de Vigo, Manuel Soto, al frente de la piqueta, acompañado del ministro de Obras Públicas, aunque se conservó durante años el paso elevado sobre la Rúa Alfonso XIII, que mucho más tarde fue demolido para transformar la conexión mediante el túnel actual que conecta la Rúa Lepanto con la AP-9. Y si casi nadie recuerda aquel scalextric mucho menos se recordarán aquellos pequeños comercios que había debajo del paso elevado de la Rúa Alfonso XIII. Quién recuerda, por ejemplo, aquella pequeña peluquería de caballeros, el comercio de Regalos Rosabel, el de souvenirs Dolar… Qué frágil es la memoria urbana.