Antes del torneo continental nadie daba un duro por nuestra selección, ni aficionados ni prensa. Bueno, había una parte de la prensa que antes de empezar ya nos situaba como campeones, pero esa no cuenta.
Nuestro seleccionador, el señor De la Fuente ya nos había hecho campeones de un torneo menor como la Liga de las Naciones, pero su apoyo al anterior presidente de la Federación Española lo colocaban en una situación delicada.
Luis de la Fuente fue durante varios años titular en la defensa del Athletic Club (de Bilbao), y como técnico ya consiguió titulos importantes con la selecciónes sub19 y sub21.
El otro día pude escuchar un comentario de un periodista deportivo catalán hablando del mister español, y mencionando que no le respetaba como persona porque era amante de la tauromaquia. Un riojano al que le gustan los toros, ¿qué exótico, no?
Pues en la parte personal el seleccionador es persona de perfil bajo y tranquilo, que no deja grandes titulares, y que cree que no hacen falta superfiguras para crear un buen equipo.
Así que comenzó el torneo y España ganó sus tres encuentros, incluida la gran Italia que esta vez era un equipo menor.
Los miuras llegaron en los cuartos de final jugando contra la anfitriona Alemania, pero España le ganó a los teutones, presentando así su candidatura al título.
En semifinales otro hueso difícil de roer, la Francia de Kylian Mbappé. No sé quien decía que enfrentarse a los franceses es como ir al dentista sin disponer de anestesia. Los de Deschamps tienen tal poderío fisico que es fácil que te pasen por encima. Pero no fue esta vez, España fue mejor y dejó a nuestros vecinos fuera del torneo.
Y en la final Inglaterra, con la figura del madridista Jude Bellingham, que es el Alfredo Di Stéfano 2.0, porque defiende, organiza y llega al área y marca como un goleador.
La final no fue muy brillante pero hubo un equipo (el español) que puso más interés en hacerse con la copa. Con dos goles, uno de Nico Williams y otro del donostiarra Oyarzábal, España conquistaba su cuarta eurocopa, algo que nadie ha conseguido hasta ahora.
Desde entonces se desató la euforia en todo el país, miles de rojigualdas en las calles, y entonando el «yo soy español, español…», y los españolitos felices por unas horas.
Hay que decir que el señor De la Fuente es riojano, y la selección ganadora está compuesta por bastantes vascos y navarros, algunos madrileños, unos pocos andaluces y varios catalanes. En cuanto a la raza había un navarro de Ghana y un catalán guineano-marroquí.
El grupo de España ha funcionado como una piña y todos se apoyaban en los demás, sin protagonismo de ninguno de ellos. Qué gustazo ver a (tan) distintos españoles empeñándose en un objetivo común y consiguiéndolo.
Pero no se preocupen Vds. que esta felicidad es temporal. Acabadas las celebraciones volveremos a la rutina habitual, El Poder insuflando odio las 24 horas para tensionar el ambiente, y los ricos del norte/noreste exigiendo sus privilegios habituales. Este éxito ha sido un pequeño oasis en la desértica vida socio-político-deportiva de este país (llamado España).
Por cierto, se ruega a la ciudadanía española que guarde sus banderas rojigualdas hasta un próximo campeonato. Y es que no hay que confundir libertad con libertinaje.