En el corazón de Matamá se alza un mural que trasciende la mera decoración urbana para convertirse en un conmovedor homenaje. Pintado por la artista viguesa Eva Casais, este mural está dedicado a aquellos peludos que nos han dejado sin haber conocido el calor de un hogar adoptivo. El lema del mural es contundente: «No compres, adopta«, una llamada a la conciencia para todos nosotros, en un país donde el abandono de animales es una triste realidad.
La última estación
La historia detrás de este mural se remonta a dos años atrás, cuando Casais, de manera altruista, pintó una pequeña fachada en el refugio canino Os Biosbardos en Ponteareas. Fue allí donde aprendió una lección que ha dado consuelo a muchas familias: «Cuando un peludo se muere, se dice que cruza el arcoíris», esta frase, unida a toda su experiencia en la protectora, marcó un antes y un después en su vida, conectándola de manera profunda con el proyecto de protección animal.
Seleccionada por el Concello de Vigo para participar en el programa «Vigo, Ciudad de Color», Eva Casais se enfrentó a un muro en Matamá que le permitió dejar volar su imaginación. «Tenía muy claro que me gustaría hacer un mural relacionado con los animales y me tocó un muro muy peculiar y complicado de pintar», comenta la artista. Fue entonces cuando recordó la historia de los peludos realizando su último viaje y se le ocurrió diseñar un tranvía viajando por un raíl en forma de arcoíris, llegando a su última estación, Estación O Ceo. «Quise plasmar ese último viaje que hacen los animales y, al mismo tiempo, un homenaje a todos esos que mueren en las protectoras sin el amor de una familia», explica Casais.
Con su característico estilo Casais ha plasmado un tranvía en cuyo interior hay unos viajeros muy especiales: Oba, Barto, Cherry y Lía, cuatro perros que ahora están inmortalizados en la intervención urbana de Matamá. Estos peludos representan historias con finales felices, ya que todos pertenecían a distintas protectoras antes de encontrar un hogar. Para la artista, el mural ha sido “una experiencia fantástica, una de las mejores de mi vida”. La reacción de las familias de estos perros y la colaboración de los vecinos, especialmente de las niñas que le llevaban fruta y dibujos, dejaron una huella imborrable en su corazón.
Recuerdos bonitos y huellas duraderas
Días antes de comenzar su intervención un mensaje llegó a Eva por parte de la propietaria del muro: “Casualmente cuando salió en el periódico que se iba a realizar este mural, la dueña de la fachada me escribió por redes sociales para decirme que estaba encantada con su diseño porque justamente hace un año se le había muerto un perro y que era como si el perro me hubiera mandado a mí a pintar”.
“Solo tengo recuerdos bonitos, es más, ahí está la huella de mi ayudanta, Sabela, de Kenzo, su perro, y de Paco, un gato que me venía a visitar cada tarde. Solo me pasaron cosas bonitas aquí”, dice Eva con una sonrisa.
Un Compromiso con la causa animal
Desde aquella primera colaboración con Os Biosbardos, Eva Casais no ha dejado de contribuir a la causa animal, realizando láminas e ilustraciones para ayudar a la protectora a mantenerse a flote. “Hace dos años pinté el mural de la asociación, ellos solicitaron por redes sociales si alguien se ofrecía a pintar y yo me propuse”, recuerda Casais, quien desde entonces no ha dejado de volcar su talento y dedicación en apoyo a los animales necesitados.
El mural de Matamá no solo embellece el barrio, sino que también transmite un potente mensaje: “No compres, adopta”. Es un recordatorio constante de que el cielo de los perros, ese lugar mágico al otro lado del arcoíris, puede estar un poco más cerca si todos contribuimos a darles una segunda oportunidad.