Cada agosto, las alturas del Monte Alba en Galicia se convierten en un faro de devoción, tradición e historia. Con 503 metros de altitud, la segunda cima más alta de la parroquia sirve de escenario para una de las celebraciones más queridas y antiguas de la región: la Romaría da Virxe do Alba. Esta peregrinación anual, profundamente arraigada en el tejido cultural y religioso de la comunidad, remonta sus orígenes a siglos atrás, con rituales y significados que han evolucionado con el tiempo, pero que permanecen fieles a su esencia.
Historia y ritos
La Romaría da Virxe do Alba, celebrada principalmente el 15 de agosto, es un reflejo de la profunda conexión espiritual entre la comunidad local y la Virgen del Alba. Ese día, los fieles se reúnen para presenciar la solemne procesión de las imágenes de la Virxe do Alba y San Bartolomeu, que son llevadas desde la iglesia parroquial hasta la pequeña capilla en la cima del Monte Alba. Históricamente, antes de la construcción de carreteras asfaltadas, estas imágenes sagradas eran transportadas a hombros por los devotos parroquianos, un testimonio de su inquebrantable fe.
Este recorrido no es solo una ascensión física, sino también una metáfora de una ascensión espiritual. Décadas atrás, era costumbre que los penitentes siguieran la procesión descalzos, o incluso de rodillas, vestidos con hábitos penitenciales, en una muestra de piedad y humildad. Este acto de devoción, que ya no es común hoy en día, sigue siendo un símbolo poderoso de las profundas raíces religiosas de la Romaría.
Ciclo de celebraciones
La Romaría se extiende más allá de un solo día, podría definirse como un ciclo de celebraciones religiosas que se prolonga durante varias semanas. El 24 de agosto, otro rito llamará nuestra atención, la Virgen del Rosario es llevada por el barrio de Pena. En tiempos antiguos, este día también marcaba el regreso de los santos a la capilla, culminando en un encuentro simbólico en la «casa das novenas,» un pequeño edificio cercano al santuario. Hoy en día, este saludo ritual se realiza directamente frente a la capilla, manteniendo así el espíritu de la tradición.
Un aspecto único de la Romaría es el rito asociado con San Bartolomeu. Después de asistir a misa, los peregrinos participan en la antigua práctica de recibir tres golpes en la frente con una talla de madera del santo. Se cree que este ritual ahuyenta el miedo y cura la tartamudez, añadiendo una dimensión mística pagana a la celebración.
Resiliencia de la romería
La Romaría da Virxe do Alba no siempre ha disfrutado de una continuidad ininterrumpida. A lo largo de su larga historia, ha habido periodos en los que la organización de las festividades se tambaleó, lo que provocó una disminución en la participación. Los años de posguerra, en particular, vieron una reducción significativa en el número de peregrinos, con menos personas dispuestas a asumir la responsabilidad de organizar el evento. Sin embargo, el núcleo de la Romaría, esa fe tan arraigada en la comunidad, nunca decayó. E incluso durante aquellos difíciles periodos, el párroco se aseguró de que la tradición continuara, contratando gaiteros para añadir una nota festiva a la ocasión con la que dar un pequeño empujón a la celebración.
En el siglo XIX, la organización de la Romaría estaba a cargo de una «sociedad» liderada por un mayordomo, con registros de tales figuras que datan de 1828. Este papel involucraba principalmente la recaudación de fondos, a menudo yendo de puerta en puerta. Con el tiempo, este sistema dio paso a los actuales comités de fiestas que gestionan el evento.
Tiempos modernos
La Romaría da Virxe do Alba es más que una festividad religiosa; es una tradición que condensa esa resiliencia y el arraigo social. Aun con el cambio de los tiempos, esos ecos del pasado resuenan a través de los ritos, costumbres y la devoción de los participantes. Durante los años de posguerra, la capilla, pintada de blanco, brillaba lustrosa bajo el sol, guiando a los fieles, así se convirtió en «faro de fe» de la misma manera que un faro guía a los marineros en medio de la niebla. Por ello, para los pescadores de la comarca, servía como guía espiritual y literal, ofreciendo consuelo y dirección en días inciertos.
Hoy en día, aunque la Romaría puede no atraer a las multitudes que solía, sin embargo sigue siendo una parte vital de la cultura local. Un vínculo vivo con el pasado que continúa moldeando el presente. A medida que los fieles una vez más suben al Monte Alba, llevan consigo el peso de la historia y la devoción, asegurando que la Romaría da Virxe do Alba siga siendo una parte querida del patrimonio cultural y religioso de Vigo.