En estas fechas de final del verano no cesan las protestas de algunas localidades en las que el turismo masivo resulta agobiante para la población nativa. La realidad es que los forasteros llenan todos los rincones provocando enormes incomodidades y contribuyen al aumento de los precios. Así las cosas, lo que hasta hace poco era una industria floreciente que generaba riqueza, ahora se esta convirtiendo en un auténtico problema.
Por un lado está la masificación, el turismo incontrolado. Por otra parte están los llamados “pisos turísticos”, una alternativa barata para los usuarios, pero una competencia de enorme peligrosidad para el sector hotelero oficial, el que paga religiosamente los impuestos y genera trabajo, además de provocar innumerables incomodidades en los vecindarios, sobre todo con los ruidos.
Lo peor de esos pisos turísticos es que muchos de ellos ni siquiera están declarados, por lo cual escapan de todo control oficial y ni siquiera pagan los impuestos que le corresponderían. Podría decirse que los pisos turísticos, con independencia de que estén declarados, amenaza gravemente el futuro del sector hostelero.
Las soluciones al turismo masivo no son nada fáciles. Sin embargo, está claro que las autoridades, tanto las estatales como las autonómicas y las locales, tienen que implicarse y regular, por una parte, las actividades hoteleras de los pisos turísticos, limitando su número y poniéndoles unos impuestos que reduzcan su ventaja con respecto a los hoteles y residencias tradicionales. Por otra, limitando la masificación, seguramente con la implantación de una cuota turística tal como ya está funcionando en algunas zonas de España. Todo esto contribuiría a fomentar un turismo controlado y de calidad, el que genera riqueza y trabajo, pero minimizando las incomodidades.
No se puede obviar que el control del turismo masivo resulta un tema muy controvertido. Muchas personas que ahora tienen la oportunidad de viajar gracias a los precios reducidos de los pisos turísticos ya no podrían hacerlo. Será difícil encontrar un equilibrio, pero es inevitable establecer algún tipo de control.