Disclaimer. Si no has visto la película y tienes intención de hacerlo, no sigas leyendo.
No tenía pensado pasarme por el cine a verla hasta que escuché la crítica de alguien comentando lo mucho que le había removido por dentro su visionado y lo bien que reflejaba el maltrato. Tanto impactaron estas palabras en mí que decidí ir a la gran pantalla en medio de mis vacaciones.
Como buena soñadora millennial, para mí la protagonista, Blake Lively, siempre será la millonaria neoyorkina Serena Van de Woodsen de Gossip Girl: la chica dorada, la chica perfecta. Y efectivamente, interpreta de forma milimétrica su papel de Serena madura y bohemia. La película hace hincapié en presentarla con ciertas cualidades positivas que mucho tendrán que ver con el desarrollo del personaje: su profesión como florista destaca su sensibilidad y remarca su empatía y generosidad cuando ayuda en la adolescencia a su novio que se encontraba en situación de calle.
Es su alta capacidad para ponerse en la piel del otro la hace la candidata perfecta a víctima de su perverso narcisista. Es desgarrador ver cómo, en un momento de la película, él la agarra en pleno ataque de celos y ella intenta calmarlo con su dulzura y amor.
Si nos ponemos a desglosar al victimario, creo que en la historia -con su alta dosis de americanización- crean al personaje perfecto: muy buena imagen social (es neurocirujano), buen físico y alto poder adquisitivo (aquí es donde se pasan de americanización, los neurocirujanos en España de la Sanidad Pública no se bañan en dinero).
Se muestra siempre muy seguro de sí mismo y seduce a Blake Lively al principio del filme con múltiples detalles sorprendentes y espectaculares. Aún más, para reforzar el hechizo de amor sobre su víctima, se presenta como un hombre incapaz de amar y de mantener relaciones estables, pero con ella es diferente. Solo su víctima puede convertir al monstruo en un príncipe y sanar sus heridas : Serena Van de Woodsen es la elegida. Solo al final del visionado se revelan los traumas de infancia del protagonista, que han marcado el resto de su vida.
Muy impactante es también el momento de la agresión sexual, donde la empatía de la víctima es tal que llega a justificar la violación. Es ahí donde aparece uno de los flashbacks de la película, una escena que muestra al padre de la protagonista agrediendo sexualmente a la madre: la de una agresión por parte del padre de la protagonista a la madre en donde nos hacen ver que lo que creíamos una agresión física es en realidad una agresión sexual.
Me parece que está reflejadade forma perfecta la figura de la madre: siempre pequeña en todos los momentos, minimizada muchas veces. Vestimenta sobria, poco diálogo, poca presencia… pero es la clave de la situación actual de la protagonista: su madre soporto la violencia ejercida por el padre de la víctima y ella se crió con ese modelo de amor. Casada con un hombre que es el alcalde de su ciudad -nuevamente, exquisita imagen social- hace que se minimice a los ojos de todo el mundo cómo un tipo «sin tacha » pueda maltratar a su mujer. Entonces, cobra sentido como en el funeral del padre al principio de la película, ella es incapaz de decir nada bueno de él. Nuestra protagonista, ya empezaba a despertar del horrible sueño de la violencia de género.
La imagen de mujer frágil que da Blake Lively, que se mantiene estática durante todo el visionado, se cae en el momento que se entera de que está embarazada. Casualmente, de una niña. Ahí ya no puede seguir justificando las actitudes de su amado porque comprende que ella lo aguanta todo por amor porque eso es lo que ha visto siempre en su casa: rompe el círculo gracias al amor que tiene por su hija. No quiere que pase por lo mismo cuando crezca.
Para terminar, y como reflexión personalísima, no me parece relevante la figura del primer novio, hijo a su vez de madre maltratada. No veo la relación en la ruptura de la cadena de maltrato en la vida de la víctima. Tampoco entiendo como deja que su hija tenga relación con el padre, sabiendo que es un maltratador, pero esto también es un tema muy personal que dejo a la reflexión colectiva.
Para los griegos, el círculo era la figura perfecta: todos los puntos equidistantes de un mismo punto. Pero a veces la perfección en la vida no es un círculo: puede que un cuadrado, con sus aristas y sus lados asimétricos sea la figura que encaja para tener paz en nuestras vidas.