Últimamente se habla mucho de las dificultades para el acceso a la vivienda, tanto para la gente joven como para la gente mayor, que también la necesita. Lo cierto es que la vivienda se ha convertido en un problema general del que sólo se salvan quienes tienen dinero. Y la solución no resulta nada fácil porque tampoco se trata de perjudicar a los propietarios ni tampoco de sacrificar a quienes sólo tienen la opción del alquiler, es preciso equilibrar todas las variables.
Se trata de un problema general en toda España y se tendrían que tomar como referencia otros países donde la opción del alquiler es la más extendida, y donde existen mayores opciones de compra, como los sistemas mixtos que permiten pagar una parte de la vivienda mediante hipoteca y al mismo tiempo seguir de alquiler, unas fórmulas donde todas las partes salen beneficiadas y ninguna perjudicada. En Europa, Alemania y Suiza son los países en los que existe una mayor tasa de alquiler, sin embargo, la mayor cantidad de vivienda social se encuentra en los Paises Bajos, con más de un treinta por ciento, y en Austria, con más del veinte por ciento, seguida de Dinamarca.
Es necesario poner en marcha una adecuada regulación de los alquileres, mucho más adecuada a la realidad, y establecer, también, unas ayudas más razonables para la adquisición de viviendas, además de aumentar el número de viviendas sociales. Sin duda, la regulación de los alquileres de viviendas debiera contemplar un techo legal para no hacerlos imposibles a la población, dentro de los límites razonables.
En cuanto a las ayudas para la adquisición de la vivienda, es importante que los créditos sean más accesibles eliminando la barrera de la entrada básica, puesto que algunas personas pueden asumir perfectamente una hipoteca, pero no disponen de ahorros suficientes para dar una entrada. En la actualidad existen ayudas, pero con limitaciones de edad situada en los treinta y cinco años, sin tener en cuenta que la edad de emancipación es cada vez mayor. Simplemente debiera tenerse en cuenta la capacidad económica para asumir los pagos de los créditos.
En relación con las viviendas sociales es preciso que se construya un número mayor que vaya en consonancia con la demanda real, con alquileres y con los precios blindados, dándoles facilidades a los promotores para que lleven a cabo este tipo de proyectos, sin pedirles imposibles. Y lo que también es muy importante es el establecimiento de un sistema rígido de control para evitar el abuso mediante las artimañas de un sobrecoste bajo cuerda, como en aquellos tiempos en los que el precio de los pisos de protección estaba dentro de los límites legales, pero se “cobraba” en negro la entrega de la llave.