Como parte de su Línea Albión, dedicada al cómic británico, Dolmen Editorial anunció la publicación de dos obras fundamentales en la historia gráfica del Juez Dredd: América y La Tierra Maldita. Ya tenemos disponible la primera. Pero ¿por qué tanto renombre?
Judge Dredd es una de las principales historietas británicas de todos los tiempos, creada en 1977 por John Wagner y Carlos Ezquerra para el magazine semanal 2000 AD, cuna de autores tan significativos en el medio como Garth Ennis, Grant Morrison, Brian Bolland, Dave Gibbons, Alan Moore, Alan Grant o los propios Wagner y Ezquerra. Por sus páginas han deambulado personajes tan carismáticos como Strontium Dog, Rogue Trooper o Sláine, que han gozado del éxito durante décadas, siempre con esa marca propia de la revista, que es el uso de una violencia desmedida junto a un humor irónico y transgresor que se burla de las instituciones aparentemente asentadas y lo entrega todo al capitalismo.
Ningún cómic ha sabido transmitir esa idea de manera tan acertada como las aventuras de Dredd, policía, juez y verdugo de una metrópolis futurista caracterizada por la pobreza, la inflación, la carencia absoluta de servicios sociales y la vulnerabilidad de unos habitantes que no tienen más remedio que sacar dinero de donde sea, lo que alimenta el crimen organizado y también los arranques violentos provocados por la desesperación. Las personas no tienen más valor en el mundo de Dredd que el contenido de su cartera y las posibilidades de llenarla son muy pocas, al menos de forma legal. Por desgracia, la otra opción tampoco es sencilla, ya que el Departamento de Justicia se encarga de reprimir cualquier intento de saltarse la ley, bien por medio de arrestos inmediatos e internamiento en los llamados isocubos —celdas de aislamiento sensorial donde algunos condenados se pasan años, a veces por delitos no demasiado graves—, bien por ejecuciones en el mismo punto. Los encargados de hacer cumplir la ley son los jueces, individuos condicionados para cumplir su tarea sin mostrar sentimientos, devotos de la búsqueda de seguridad aun a costa del libre albedrío.
Y este debate entre libertad y seguridad en las sociedades modernas, que Wagner ya mostró en sus páginas hace décadas, es el mismo que tenemos hoy en día y que seguirá por siempre, conforme el nivel de vida siga aumentando solo para unos pocos y los demás reivindiquen sus derechos de un modo cada vez más agresivo.
En 1990 empezó a publicarse Judge Dredd Megazine —juego de palabras con magazine y el hogar de Dredd, Mega–City Uno—, una revista mensual que incluía nuevas historietas y en ocasiones reimprimía algunas antiguas. Para el debut regresó John Wagner junto a un dibujante de estilo espectacular, Colin MacNeil, y juntos crearon una de las mejores aventuras de toda la historia de Dredd. O mejor dicho, de la ciudad, porque el juez más famoso del cómic británico solo es un personaje secundario en esta narración de gente sencilla sometida a un régimen totalitario que no permite respirar, siempre con el miedo al castigo. Wagner quería hacer una historia de Dredd en la que él no fuera el protagonista, pero 2000 AD no se lo permitía y el nuevo Megazine fue la ocasión perfecta. En realidad, quería hacer una historia que mostrase a la población común de Mega–City Uno, para la que los jueces son los villanos.
América es la historia de dos personas radicalmente opuestas: America Jara y Bennett Beeny. Dos ciudadanos sometidos a la violencia sistémica de los jueces, a la represión, la vigilancia permanente y la crueldad de los juicios rápidos, casi siempre con pocas pruebas y decisiones inmediatas. Muchos aceptan esa situación como garantía de seguridad, pero otros se rebelan contra la dictadura del Departamento de Justicia, como la organización Guerra Total, de la que America forma parte.
Esta es la historia de la revolución de aquellos que pretenden ser libres de los individuos que quieren protegerlos, y por ello conforma uno de los mejores relatos del Juez Dredd, que ahora llega al mercado español en una magnífica edición de Dolmen.