“¿Y si te llevo al parque a leer tus tebeos?” (Cariño)
Al parque o en casa. Lo importante es leer, de todo. También cómics, por supuesto. Este 2024 vamos a destacar varias propuestas de signo aventurero, explorador y valiente. Cómics que abren puertas creativas, que exprimen personalidades sólidas y discursos artísticos renovadores. Aburridos de la papilla comercial (hay no obstante tebeos muy recomendables en el cómic más mainstream, y no me resisto a citar en este sentido la elegantísima labor de Ana Miralles en Ava –Astiberri Ediciones–, recreando un episodio de la vida de Ava Gardner mano a mano con Emilio Ruiz) apostamos por los márgenes, propuestas alternativas y autorales. El cómic más personal ha tenido varios hitos mayores en 2024:
El buen ciudadano de Andrés Magán (Apa Apa) merece abrir este repaso. Porque es superlativo, el mejor trabajo del autor vigués, y porque su argumento (extraño, diluido en una espiral narrativa absorbente) se desarrolla en Vigo implícitamente, y eso aquí, en Vigoé, suma puntos.
Domingo Flamenco de Olivier Schrauwen (Fulgencio Pimentel) es una recomendación atrevida porque no es una lectura fácil, pero es el cómic del año. Una osadía argumental (retratar un día en el que no pasa nada, procastinación absoluta) se convierte en el más asombroso ejercicio de historieta de 2024. Si no temen la experimentación, esta es su novela gráfica del año.
Sibylla, de Max Baitinger (Fulgencio Pimentel) es otro trabajo difícilmente clasificable. Lo que parte como biografía de una poetisa del siglo XVII muta en un alegato a favor de la creatividad libre. Y feminista. A mayores, el apartado gráfico, tan experimental como la deriva narrativa, es estéticamente apabullante.
Nocturnos, de Laura Pérez (Astiberri) pone a su autora en un lugar destacado del panorama nacional. Ya lo era con anteriores trabajos y aquí dan un paso adelante sin desmarcarse de sus signos autorales: realidad versus fantasía, onirismo, ambientes de misterio algo lynchianos son los mimbres de un cómic sobre el sueño, la vigilia y la duermevela con un apartado gráfico brillante.
Bola Ocho integral vol. 1 es la recuperación de un clásico. Fulgencio Pimentel sigue mimando el catálogo de Daniel Clowes, el hombre que abrió las puertas del cómic independiente y underground al siglo XXI. Lo hizo, prematuro y visionario, desde los últimos años ochenta en su propia revista, “Eightball”, Bola Ocho. Fulgencio Pimentel la ha comenzado a recopilar, no las obras que desarrolló en la revista (serializadas en dicho magazine) sino cada número tal cual se publicó. Esto significa disponer de una obra fundamental para entender el cómic contemporáneo, también en buena medida el cine alternativo de los últimos decenios (con Todd Solondz a la cabeza bien visible del pelotón de cineastas influidos por Clowes). Personajes patéticos, humor vitriólico, sociedad vaciada y obtusa, paisajes surrealistas… Bola Ocho es historia del cómic que se lee como si hubiera nacido ayer. O mañana.
Otra obra capital para comprender el avance del cómic hacia la narrativa plenamente adulta es Palomar de Beto Hernandez, que La Cúpula reedita con un lujo en el formato nunca otorgada antes. Palomar merece estos dos tomos de gran tamaño, pues en los años ochenta supuso comparable a la de Maus y Watchmen. Con la mirada adult oriented de Alan Moore y Dave Gibbons hacia los superhéroes, laobra de Beto completa el trío de cómics de orientación adulta más rompedor de los años ochenta. En el caso de Palomar hablamos de una colección de relatos-río, una historia coral de un pueblo fronterizo con Méjico. En él el autor compone un mosaico de personajes e historias (con desacomplejados saltos en el tiempo hacia adelante y hacia atrás) que han sido comparadas con el realismo mágico de Cien años de soledad de García Márquez. Realmente el universo de Beto Hernández no necesita de comparaciones con “alta cultura”, es en sí mismo una obra maestra.
Mis agendas semanales de Pepa Prieto Puy (Apa Apa) no es un clásico sino la primera obra de largo recorrido de Prieto, joven autora gallega que se abre en canal con esta agenda en cómic. Los referentes puedes ser claros (siempre dentro del cómic alternativo, de Simon Hanselmann a, más cercana, Roberta Vázquez) pero forjan a una autora con personalidad y una prometedora carrera por delante.
Tanto como Parque Ciudad de Carlos G Boy (también editada por Apa Apa), imposible cruce psicodélico entre el underground más rotundo y los paisajes amigables de la Disney o incluso Peyo y sus pitufos.
Si Boy o Prieto son savia nueva, Lorenzo Montatore es un figura consolidada dentro de nuestro cómic alternativo. Con Si bailáis, entenderéis mejor las letras: Un tebeo de Lorenzo Montatore sobre Talking Heads (ECC) da una pirueta en lo gráfico (uno de nuestros dibujantes más dotados, y a la vez personales) y vuelve a jugar con las expectativas. Si su biografía de Paco Umbral (La mentira por delante) escapaba del biopic ortodoxo, aquí los míticos Talking Heads son un pretexto, aunque nada menor, para que Montatore ahonde en su propio interior.
La personalidad y la experimentación es el lugar donde crece el asombro, la sorpresa y el embriagamiento del lector. Esta suele circular carreteras secundarias, pero hasta en Marvel puede aparecer. Lo ha hecho en Doctor Extraño: Amanecer de Otoño de Tradd Moore y Heather Moore (Panini Cómics), una bestialidad gráfica más psicodélica que todas las portadas de Pink Floyd juntas, apoyada en un viaje por otras realidades (místicas, aunque por los dibujos de Tradd Moore se dirían químicas). Su tono ampuloso y sus diálogos engolados nos recuerdan el estilo de los grandes clásicos Marvel de los sesenta. Una rara avis en una editorial cada vez menos excitante, salvo para el fan fatal.
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