“Cine, cine, cine. Más cine por favor” (Aute)
El repaso cultural de 2024 no puede dejar de hablar de cine. No un año en que el mismísimo Francis Ford Coppola entrega una nueva y desproporcionada película, Megalópolis. Simplemente este hecho, la vuelta del autor de Apocalypse Now, es un hecho a reseñar. La cinta ha removido la platea crítica entre opiniones a favor y en contra. Todos, no obstante, coinciden en que es mejor resbalar intentando el paso más ambicioso que flotar en la vía media sin arriesgar en el viaje, sobre todo cuando hablamos de una de las voces más importantes de la historia del cine.
A mayores, 2024 ha traído género renovado, diletancia que ha arrasado comercialmente y en España alguna sorpresa de tono curiosamente musical.
En ganas de epatar, sin duda se lleva la palma Yorgos Lanthimos con Pobres criaturas (basada en la novela de Alasdair Gray). Revisión feminista e hipersexualizada del mito de Frankenstein, la cinta destaca como artefacto visual deslumbrante (pide a gritos pantalla grande, en este sentido) y por soberbias interpretaciones: Willem Dafoe y Mark Rufallo están excelentes, parecen divertirse enormemente en su aproximación a papeles totalmente paródicos. Y Emma Stone compone una “Criatura” asombrosa, frágil, naive. Poderosa también, inteligente y paso a paso empoderada (a fuerza de disfrutar del sexo como quien lo hace del respirar). Puede verse en Disney+.
Es curioso que cintas a priori poco aptas para el gran público como la de Lanthimos hayan triunfado pero así ha sido, y dos veces si contamos con La sustancia, de Coralie Fargeat. Nueva carne y body horror que triunfaría en el festival de cine fantástico de Sitges como antesala a convertirse en el fenómeno de taquilla del último trecho del año. Cine que no teme al derroche sanguinolento ni a turbadoras disquisiciones sobre el cuerpo, la vida, la permanencia y la juventud. No es ajeno a este éxito saber que Demi Moore es su protagonista. En enero la estrenará Filmin en su catálogo.
También en Sitges, pero en la edición de 2023, triunfó una película de género de terror rompedora por su crudeza desalmada. Cuando acecha la maldad de Demián Rugna no es cine gore (de sangre a chorros, tipo la saga Terrifier) pero su exposición de violencia seca, cruda, sin filtros, llega a aturdir. Veloz y cortante como un cuchillo ninja, esta renovación del género zombi triunfó con todo merecimiento en festivales del género y terminó pasando por las salas comerciales en 2024. Ya la pueden disfrutar en plataformas (Movistar).
Lo genérico ha triunfao en el cine de 2024, sin duda. Y el thriller con querencia por el terror ha tenido un enorme éxito en Longlegs. Coleccionista de almas de Oz Perkins, una cinta que se mueve entre El silencio de los corderos, Seven y Hereditary, tres cintas que marcan el tono de esta historia de detective frágil tras un serial killer interpretado por un Nicolas Cage desatado (y serio candidato a un Oscar). Se puede alquilar ya, en Movistar+ y en Filmin.
Y el noir tiene también en 2024 su película con visos d convertirse en cinta icónica: Sangre en los labios, de Rose Glass, protagonizada por una soberbia Kristen Stewart y con un Ed Harris siempre magnético, es una cinta de serie negra en sintonía con los hermanos Cohen (se ha comparado con su magnífica ópera prima, Sangre fácil). Culturismo, amor fou lesb, asesinatos, mafias y huídas con toques inesperadamente frikis (¿he hablado ya de… Hulk?). Pueden verla en Filmin.
Y para cerrar vamos a citar dos cintas españolas, ambas de temática musical, ambas presentadas a candidata para los Oscar, una se llevó el honor (y le deseamos suerte):
La estrella azul de Javier Macipe es una deliciosa película que recrea el viaje (purificador, iniciático) de Mauricio Aznar, líder del grupo Más Birras, que viaja a Argentina buscando reencontrarse con su vocación y con la autenticidad musical más pura. La cinta es emotiva sin buscar la sensiblería, conmueve por las interpretaciones y el conseguido regusto a experiencia sanadora. Los amores se sugieren, las lealtades se remarcan, las amistades afloran y el gozo por la música libre brilla y nos empapa de alegría. Hay trucos de guión interesantes que alejan la cinta de un biopic al uso, y se agradecen.
Tampoco es un biopic típico Segundo premio de Isaki Lacuesta. Arranca con claridad advirtiéndolo: no es una película sobre Los Planetas (el mítico grupo indie granadino que aún hoy porta las esencias de ese adjetivo, cada vez más devaluado) sino sobre su leyenda. Por eso, muy significativamente, solo se dice el nombre de May, la bajista que poco antes del arranque de la narración había abandonado a la banda para terminar estudios y salirse del “circo rock”. La cinta pues narra la leyenda que rodeó la forja del tercer disco de Los Planetas, el magistral “Una semana en el motor de un autobús” que definió a toda una generación en este país, en la segunda mitad de los años noventa. Y obviamente hace las delicias del fan de la banda de J y Florent, pero aguanta como relato de amor y amistad en un entorno rock. En el fondo eso es Segundo premio, la historia de varias amistades, unidas y separadas por la música, las aspiraciones de cada quién alrededor de la música y tener una banda como proyecto vital (o no querer tenerla).
Podríamos seguir censando cintas que han marcado este año. Almodóvar dirigiendo un drama en Hollwood (La habitación de al lado); el blockbuster de autor de Dune II (con la impronta esteticista e inconfundible de Denis Villeneuve); un Clint Eastwood renovado en Jurado Nº2 (94 años y cine sin arrugas); la aún inédita en España pero my celerada The Brutalist (Brady Corbert) o La zona de interés (la otra cara del nazismo, la vida privada y familiar al reverso de la barbarie) de un siempre reivindicable Jonathan Glazer son otros títulos que podrían ensanchar esta lista o conformar otra paralela igualmente válida. Quizá hemos preferido apoyar lo bizarro (Lanthimos, Fargeat…) o lo musical (Macipe y Lacuesta) a otras opciones tan defendibles como las nuestras.
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