Por Israel Durán
La madrugada del 14 de diciembre, me desperté un pelín antes de las 06:30. Mis ojos estaban como platos. Una vez despierto y, sin poder quedarme en cama me levanté y comencé a pasar apuntes extraídos de las anotaciones que subrayo en los libros.
En la pág.134 del libro: “La Escuela del Alma”, del maestro Josep María Esquirol, me encontré una frase que se me había escapado, debido a su obviedad al leer el capítulo, dice lo siguiente: « … la libertad más auténtica es ésta: la libertad de la entrega« .
Me fijé que había un pie de página, en el cual Josep María citaba a unos autores que: «entienden que el cristianismo está todavía por pensar a fondo; que el cristianismo no ha sido pensado, ni vivido, hasta el final «.
Anoté en mis apuntes: “Personas como santa Teresa de Calcuta han vivido su vida bajo esa máxima, entregarse al prójimo”. El pie de página de Esquirol me hizo pensar en la historia del cristianismo. Ahí, en su comienzo, nos encontramos con la primera entrega de servicio hacia la humanidad, “el sí de la Virgen María al Arcángel Gabriel: hágase en mí según su Palabra. He aquí la esclava del Señor”. Se puede trasponer esclava por sierva, la persona que sirve.
Siguiendo con el relato evangélico, la siguiente acción que se nos muestra es a la Virgen María acudiendo junto a su prima santa Isabel, para ayudarla y servir durante su embarazo, para entregarse. La Virgen María, no realizó ninguna acción heroica, en cambio, en el Antiguo Testamento muchas mujeres aparecen mencionadas por sus acciones heroicas. La Virgen “no”. Sirviendo calladamente y cuidando de las personas que tenía cerca, llevando a la práctica su: “Hágase”, pasó a la historia.
La anotación me pareció confusa, de ahí que por este motivo no pueda estar de acuerdo con lo expresado en ella. El cristianismo es desde el primer momento entrega libre y servicio. Todo lo demás es pseudocristianismo.
La verdad es que no he encontrado ningún cuento de navidad más real y a la vez más relevante para la humanidad: “un matrimonio, que se instala en un establo para resguardarse y que la mujer pueda dar a luz; me emociona pensar que ese es el comienzo de la nueva era. Desde entonces el tiempo se mide en antes y después del nacimiento de ese niño, Jesús”.