Esta misma semana VIGOÉ avanzaba el acuerdo al que ha llegado la promotora de Barrio do Cura con los propietarios del edificio del número 36 de la calle Santa Marta, uno de los últimos reductos que queda en pie en el ámbito, para llevar a cabo su expropiación, paso previo a su demolición con el fin de destinarlo al futuro enlace viario con Torrecedeira y a la nueva zona verde que se prevé en este entorno tras el final de las obras.
Así, siguiendo la serie de artículos que comenzamos este martes sobre la gran transformación del Vigo histórico, centrándonos primero en la joya urbana del Paseo de Alfonso, le toca ahora el turno al Barrio do Cura, poniendo el foco en los elementos arquitectónicos, patrimoniales, culturales e históricos que están dentro de este ámbito para poner en valor, de este modo, la historia y el patrimonio de la ciudad.
El desarrollo urbanístico que ya se está llevando a cabo ha hecho que algunos se hayan perdido mientras que, otros, se espera que retornen a su lugar, como así aseguró el alcalde de Vigo, Abel Caballero.
Las obras del nuevo ‘macro’ complejo residencial en Barrio do Cura comenzaron -tras años de trámites administrativos y pleitos judiciales- el pasado mes de octubre. El regidor señaló en aquella ocasión que se trataba de «una de las grandes transformaciones de Vigo en toda su historia».
Y así será ya que, como apuntan desde la Asociación Vigo Histórico, «el paisaje urbano ya se ha modificado y los elementos naturales asociados a él ya se han talado mientras que las piezas arquitectónicas y urbanas han sido demolidas o trasladadas o desplazadas», señala el arqueólogo Fernando Carrera, quien recordó que todo el ámbito de Barrio do Cura pertenece al BIC Casco Vello siendo, así «un espacio a proteger», subrayó.
Sacerdote Juan Manuel Pérez Martínez
Y es que muchos de los elementos patrimoniales que se encuentran dentro del ámbito de delimitación de la urbanización de Barrio do Cura están catalogados por el propio Concello de Vigo, como así se desprende de las propias fichas incluidas en el documento de Modificación Puntual PXOU/1993 para la reordenación del entorno, aprobada definitivamente el 23 de julio de 2021.
En ellas se especifica que el nombre del Barrio do Cura alude al sacerdote Juan Manuel Pérez Martínez, «que había invertido en terrenos e inmuebles durante la segunda mitad del siglo XIX».
De hecho, apuntan a que era propietario de los terrenos donde posteriormente se edificaría el asilo, así como de las casas que conformaban este pequeño barrio. Sería a partir de la construcción del asilo cuando se empezó a usar el topónimo actual.
Elementos etnográficos «que hay que reivindicar»
Todo el ámbito delimitado estaba conformado por distintos elementos: las viejas casas de pescadores, las escaleras y la placita, el viejo asilo, el cruceiro del Campito (en Poboadores), las calles Santa Marta y su escuela o la calle Barroca así como la fuente y el lavadero de A Barroca.
«Elementos etnográficos que fueron recogidos en un inventario de bienes en los años 90 y que hay que reivindicar», consideró el historiador José Luis Mateo, desde el Instituto de Estudios Vigueses (IEV), detallando de forma específica el lavadero y la fuente de A Barroca así como los cruceiros de Poboadores.
Mateo pone también el acento en la iglesia y el convento de San Francisco, que rozan el ámbito de delimitación y que, como apuntó el historiador, «está bordeando y no se sabe cómo le va a afectar», señaló. «En el proyecto no queda muy claro cómo lo van a tratar patrimonialmente», matiza, explicando que se trata de un conjunto histórico «bastante desconocido por la gente».
Y es que se trata de un monasterio de origen medieval que en el siglo XVI «pasó a reconstruirse y a convertirse en el convento de San Francisco», relata. En 1927 se recupera la iglesia como parroquia y el convento pasa a ser Casa de Caridad siendo, a día de hoy, un hogar de menores.
Mateo subraya la importancia de este ámbito porque, en la actualidad, «se conserva el único claustro interior» que, como insiste, «casi nadie conoce», siendo un elemento histórico de la ciudad y del entorno del Barrio do Cura que «se debe poner en valor».
El barrio y las viejas casas de pescadores
Como bien se desprende de las fichas de la modificación puntual del ámbito urbanístico, el barrio está catalogado y considerado como un elemento histórico singular con un nivel de protección ambiental.
Creado en el centro de la ciudad, en la zona más cercana a Pi y Margall, «se levantaba un espacio peatonal singular, conformado por una escalera con un primer tramo paralelo a la calle y un segundo que desciende en forma de cuarto de círculo a una pequeña plaza de planta triangular», reza la ficha incluida en el proyecto.
Tras ello, se encontraban las antiguas casas de pescadores. Se trataba de cuatro pequeñas edificaciones en los números 10, 11, 12 y 13, construidas en el año 1869, y que destacaban por ser construcciones originales, dispuestas linealmente entre medianeras y presentando en su frente un patín corrido construido en perpiaño que enlazaba los accesos a la planta alta de cada vivienda.
Este patín se sostenía sobre vigas y pilares de granito que creaban un soportal en la planta baja.
El historiador José Luis Mateo insiste, al respecto, sobre el valor etnográfico y cultural de estas edificaciones aunque reconoce que en una actuación urbanística «del calado» que se desarrolla en Barrio do Cura «es muy difícil que sobrevivan», como así ha sido pese a su nivel de protección.
Algo que comparten desde la Asociación Vigo Histórico ya que, como apuntan, este proyecto «modifica la ciudad de nuestra memoria y la perjudica en el sentido de que elimina gran parte de nuestro patrimonio cultural, que va más allá de lo que la Ley reconoce como tal», consideró Fernando Carrera. «El daño ya está hecho. Por desgracia no sé qué se puede recuperar ya», matizó el arqueólogo.
Iglesia y asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados
Curiosamente y en contraposición con las antiguas casas de pescadores, la vieja iglesia y el asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados no cuenta con catalogación como tal, aunque sí está considerada como un bien de interés cultural y arquitectónico.
Esto es lo que ha hecho que se conserve una parte del antiguo complejo: su fachada. Sin embargo, algunas voces se alzan de forma crítica por la forma en la que se está produciendo el actual desmontaje y preservación de la misma de forma simultánea al avance de las obras de urbanización. «¿Dónde van a conservar esas piezas que se están desmontando y cómo se van a reponer con esos números grabados en la piedra?», se preguntan.
Y es que se trata de la obra de mayor relevancia y popularidad existente en el actual Barrio do Cura para lo que se entiende que existen planes concretos sobre las labores de desmontaje. «Entendemos que la repondrán pero nos gustaría conocer esos planes para sacar el compromiso de que se va a reponer en las mismas condiciones», apuntó Fernando Carrera.
Sin embargo, José Luis Mateo es más pesimista al respecto ya que, como señala, «una vez que se ha sacado el edificio histórico de las ancianitas, dejando solamente la fachada, será una fachada ‘trampantojo’ porque realmente será un decorado», resumió, lamentando que «al no tener un grado de protección integral, el comprador del edificio hace lo que quiere».
La fachada, de clara influencia neogótica, se divide en tres tramos verticales gracias a dos contrafuertes «destacando, por encima del resto, la decoración del central». Así se recoge en un documento que forma parte de la extensa documentación del MP PXOU93 para el Barrio do Cura.
Dicho ámbito central se basa en dos grandes arcos ojivales bajo los que se sitúan la puerta de acceso abocinada (en el inferior) y un rosetón de grandes dimensiones (en el superior) y que estos días ya ha sido protagonista por su desmontaje reciente. Remata con un frontón cortado en su tramo central por la espadaña.
Con todo, la importancia histórica del antiguo complejo que fue hogar de las Hermanas de los Ancianos Desamparados -ahora en Alcabre- es innegable puesto que las primeras informaciones sobre su construcción datan del año 1883, cuando en las actas municipales de un pleno de octubre de ese año «se daba las gracias a los diputados Eduardo Iglesias y Juan Tapias por conseguir la subvención para la construcción del asilo», rezan los documentos del momento.
Sin embargo, no fue hasta el año 1892 cuando la madre superiora del asilo, Sor Fidencia, solicitase la licencia de obra en el Ayuntamiento siendo en el año 1910 cuando finalizaron las obras y cuando la iglesia fue consagrada por el obispo de Tuy, Don Valeriano Menéndez Conde. Es decir, hace 110 años.
Proyectadas por el arquitecto Manuel Felipe Quintana el 21 de junio de 1892, fue 22 años después, en 1914, cuando se solicitó una nueva licencia de ampliación debido «al gran número de personas sin recursos que llegaban».
En esa ocasión, el arquitecto que la proyectó, Jenaro de la Fuente, buscaba agrandar la zona de dormitorios situados al margen derecho de la iglesia, así como sumar dos alturas.
Posteriormente en el año 1921 se amplió el margen izquierdo de la capilla construyendo una vivienda de planta baja y piso, para dar mejor servicio a las dependencias del establecimiento. La última ampliación documentada se llevó a cabo en el año 1952.
De este modo, el asilo -junto al Paseo de Alfonso- se convierte en uno de los elementos históricos más característicos de este nuevo ámbito de urbanización de un nuevo Vigo que, en unos años, modificará por completo el paisaje urbano del centro de la ciudad convirtiéndose en una ‘macro’ urbanización residencial de lujo.
Calle, fuente y lavadero de A Barroca
Según la publicación de José Manuel Llorente Pinto sobre el valor indicador de los topónimos, el relativo a Barroca proviene de las voces ‘berrocal’ y ‘berrueco’. En ambos casos, «se trataría de afloramientos rocosos labrados sobre granitos, incluyendo a granitos propiamente dichos y a granitoides», señala el documento.
Teniendo esto en cuenta, los tres elementos que se encuentran en el ámbito de la calle A Barroca conforman un conjunto histórico y singular de especial relevancia. De hecho, en las fichas del catálogo de la MP del PXOU 1993 de la reordenación del Barrio do Cura así lo destacan como elementos singulares a proteger: «Forman un conjunto de referencia dentro del ámbito de interés paisajístico y arquitectónico desde la visión urbana de la ciudad«, reza el documento.
Y así lo especifican tanto desde Vigo Histórico como desde Instituto de Estudios Vigueses (IEV) coincidiendo en que se trata de elementos «a reivindicar» y que se deben conservar. «Parece que los van a recolocar», apuntó Mateo, señalando Fernando Carrera que se «deben reponer», y yendo más allá puesto que, desde Vigo Histórico, van a solicitar a la Xunta el proyecto que autorizó su retirada para conocer «dónde están guardados» así como los «planes específicos para reconstruirlo», informó.
Con todo, las propias fichas del ámbito ya recomiendan intervenciones que, en lo que se refiere al histórico lavadero de Poboadores o de A Barroca, pasan por alguna actuación en el entorno «para revitalizar este espacio», matizando que «debe formularse de forma integral con la fuente y la calle de A Barroca» así como «con las nuevas zonas verdes y espacios públicos proyectados en Barrio do Cura».
Además, se considera que el interés de este elemento patrimonial está «en su carácter dentro de la memoria del barrio». Ya desmontado en la actualidad, se trata de un espacio que se ubicaba entre la rúa Poboadores y la bajada hacia la rúa A Barroca, muy cerca de la fuente que lo surtía de agua.
Su diseño sigue los modelos tradicionales que utilizaban una base de enlosado de perpiaño sobre el que se levantaba un pilón rectangular dividido en doce partes. Sufrió diferentes alteraciones, siendo la última en 1993 cuando se cubrió con una cubierta a cuatro aguas.
Con todo, se reconoce el carácter singular de este tipo de elemento de la arquitectura popular y tradicional.
Mientras, la histórica fuente de A Barroca se presenta con una «conformación bastante simple» presentando un pequeño caño embutido en un murete de cantería.
Y aunque físicamente «no parece tener gran relevancia», según los documentos históricos «es de gran importancia, no sólo por su antigüedad, que podría ser de época medieval, sino por su servicio social», apuntan los escritos de la modificación puntual del ámbito.
Y es que las fuentes permitieron una mejora sustancial de las condiciones de vida en las ciudades. Con todo, en la ficha del catálogo del Patrimonio cultural de Vigo se propone su conservación ambiental «aún siendo una arquitectura menor» señalando una intervención real de «regeneración y recuperación de la pieza y del espacio urbano en el que se encuentra».
Por último, y en lo que respecta a la propia calle, elemento también catalogado y a proteger, se trata de un pequeño y estrecho callejón peatonal, que históricamente hacia la labor de conectar la zona alta del barrio de la Falperra con el barrio marinero del Berbés.
Además, une el extremo norte del Barrio do Cura, con la rúa Poboadores y el Berbés. Es en esta calle donde se encuentra la antigua fuente y, en su entorno, el lavadero de Poboadores.
Con todo, la ficha del catálogo del Concello recomienda para esta calle «una actuación de conservación y mejora ambiental» a los efectos de resolver su integración en el contexto de la edificación que se proyecta en todo el ámbito de Barrio do Cura.
Cruceiro do Campito
Otro de los elementos que ya no se encuentran en su ubicación habitual y que está catalogado y protegido es el Cruceiro do Campito. Con un nivel de protección ambiental, se trata de un crucero de varal de factura muy reciente situado en la, antiguamente conocida, plaza del Campito.
Se compone de basa cúbica sobre grada, fuste de sección octogonal y capitel con volutas jónicas. Sobre este último, una cruz con la representación de la Virgen por un lado y un Cristo por otro.
Cercano a este crucero -bajando por la calle hacia O Berbés- se encuentra el denominado crucero de Poboadores. De este se destaca su «doble funcionalidad» ya que es crucero y peto de ánimas.
«Bajo un arco de medio punto se cobijan tres almas entre llamas y, encima, la figura de San Francisco acogiendo a las almas del purgatorio que quieren salvarse sujetando un cordón que sostiene el santo», sostiene José Luis Mateo en uno de sus escritos, quien subraya que son elementos patrimoniales «importantes».
Así, la ficha del catálogo del Concello propone para el cruceiro do Campito su conservación «como elemento ornamental» desplazado a las nuevas zonas verdes y espacios libres previstos n la Modificación Puntual del PXOU para la reordenación del Barrio do Cura, en la localización que se indica en los planos de ordenación detallada.
Calle Santa Marta y edificio de Pi y Margall
Por último, existen otros dos elementos urbanos y arquitectónicos que están dentro del ámbito, catalogados y con un nivel de protección. Se trata de la calle Santa Marta, en cuya zona ya se echó abajo la escuela infantil, y el edificio del número 4 de Pi y Margall.
Estos dos elementos singulares permanecen inalterables -por ahora- señalando las fichas del catálogo del Concello que se deben conservar y proteger.
De hecho, en el caso de la calle Santa Marta -que recibe su nombre de la antigua ermita de Santa Marta, del año 1411, siendo sustituida por la construcción del convento a partir del año 1583- se recomienda su tratamiento a los efectos «de recuperar su carácter original» así como mejorar sus condiciones de accesibilidad, iluminación y reparación de pavimentos y servicios.
Se trata así de un pequeño camino, que en la actualidad es peatonal, y que daba acceso a las viviendas y al convento de San Francisco. Su interés radica en su conformación conservando, a día de hoy, su traza original.
Es por ello por lo que, al tratarse de un espacio urbano de límite con las edificaciones, se propone una actuación de conservación y mejora ambiental.
Mientras, en lo que respecta al edificio del número 4 de Pi y Margall, se trata de un inmueble que está catalogado por su valor arquitectónico y con un nivel de protección ambiental.
Y es que lo mandó construir don José Besada en el año 1910 al arquitecto Jenaro de la Fuente, siendo una construcción de estilo ecléctico con planta poligonal, dividida en cuatro pisos con dos fachadas, y siendo la principal la que da a la calle Pi y Margall.
Según se explica en la documentación de la MP del PXOU 1993 para el ámbito de Barrio do Cura, la decoración del edificio «se concentra en esta fachada de cantería dividida en tres tramos horizontales».
El texto resalta que la planta baja presenta paramento almohadillado y cuatro vanos, tres pertenecientes a puertas y uno a ventana, todos terminados en arcos de medio punto. Mientras, la primera y segunda planta se distinguen por el uso de balcones corridos y organización en cuatro vanos cada una, con decoración basada en recercados de dinteles y falsas claves.
Y es que la ficha del catálogo del Concello deja claro que los elementos singulares a proteger pasan por las fachadas, las galerías, los balcones y barandillas así como las carpinterías de madera.
Además, especifica que las «eventuales actuaciones en la edificación y en su entorno de protección» se deben formular «con criterios de integración compositiva y coherencia formal compatibles y respetuosos con los valores culturales y paisajísticos preexistentes, orientándose a facilitar la interpretación original de la edificación», reza el documento.
Con todo, el avance de las obras en Barrio do Cura deja ya tras de sí un importante legado que ya se esconde bajo las máquinas y el movimiento de tierras del ‘gigante’ urbanístico mientras otros elementos se siguen conservando al tiempo que deben volver a reponerse.
La importancia de la protección de todo el ámbito, como así destacan todas las fuentes consultadas, es esencial para llevar a cabo este tipo de actuaciones. La arquitecta Nuria Campos, del Consorcio Casco Vello de Vigo (CCVV) así lo apunta pero centrándose, sobre todo, en la importancia del «valor ambiental». «Hay que ver más una imagen global que cada uno de los elementos», matiza.
Sin embargo, otros, como es del caso de Vigo Histórico, lamentan que el grado de protección no sea mayor para este tipo de proyectos que, en el fondo, conllevan fondos públicos. «No tiene sentido. Urbanísticamente meter esa urbanización en medio de una zona ya muy colapsada en términos de población y tráfico, meter ese ‘tocho’ de viviendas carece de sentido«, considera el arqueólogo Fernando Carrera quien, además, pone el foco en «otro modelo de ciudad donde no se beneficie a una empresa privada».
«Este diseño de modelo de ciudad borra de su espacio físico elementos que forman parte de la tradición patrimonial de nuestra memoria. Está borrando de nuestra memoria nuestra ciudad y cometiendo un grave error», finalizó.