En Galicia siempre ha habido competencia entre los aeropuertos mientras el de Francisco Sá Carneiro, de Oporto, va ganando tráfico de mercancías y de pasajeros, algo parecido a lo que también ocurre con los puertos marítimos gallegos y el de puerto de Leixões.
Ahora se anuncia que el aeropuerto de Santiago cesará su actividad durante el tiempo que duren las obras de la pista y eso incrementa y pone de manifiesto la rivalidad entre el pequeño aeropuerto de Alvedro, en A Coruña, y el de Peinador, en Vigo, para repartirse los vuelos. Todo el mundo defiende sus propios intereses, pero la razón debe prevalecer.
Los aeropuertos gallegos deberían coordinarse para ofrecer un frente común y ser competitivos frente al de Oporto, que siempre sale beneficiado de las disputas. Sobra recordar que Santiago es el aeropuerto más centralizado, puesto que está a noventa kilómetros de Vigo y setenta de A Coruña. A su vez, Vigo está a poco más de ciento cincuenta kilómetros del aeropuerto de Oporto y, sin embargo, muchas personas de Vigo e incluso del sur de Galicia —-y también del norte, y de A Coruña—- optan por el aeropuerto portugués, por sus amplias ofertas de vuelos y por sus precios.
Todo esto es una clara demostración de la necesidad de una oferta conjunta sin mirarse el ombligo. La Xunta de Galicia debería promover una correcta gestión aeroportuaria en el marco de la razón y en beneficio de toda Galicia en su conjunto, sin favoritismos ni privilegios.