Cabe preguntarse qué sería de Galicia sin las lluvias. Las consecuencias son claras: seguramente no tendría el verdor y la luminosidad que estamos acostumbrados a ver, tanto nosotros como quienes nos visitan. Pero otras regiones desearían un poco de esa agua que sobra de nuestros ríos y no tener que llevar a cabo las restricciones del consumo que afectan al aseo y a la limpieza y que son realmente incómodas. Está claro que Galicia es privilegiada. Sí es cierto, en cambio, que el tiempo húmedo y lluvioso le confiere una tristeza especial al carácter de las gentes, una melancolía que contrasta con la alegría de otras zonas geográficas donde el sol brilla con mayor intensidad y durante muchos más días. Sin embargo, en el sur de Galicia, y más concretamente en la ciudad de Vigo y su entorno, la gente es bastante feliz, aunque no pueda tenerlo todo.