«Los españoles del accidente aéreo de Singapore Airlines vivimos en Vigo y seguimos ingresados en Bangkok». Así comienza la conversación de Vigoé con la pareja formada por Iago Peleteiro y Estrella Núñez.
Los jóvenes, que se casaron el pasado 17 de mayo, se encontraban en plena luna de miel con destino a Nueva Zelanda cuando su vuelo se vio obligado a realizar un aterrizaje de emergencia en Bangkok tras sufrir fuertes turbulencias. La aeronave perdió en tres minutos casi 2.000 metros de altitud en un momento en el que la mayoría de los pasajeros no llevaban el cinturón y decenas de personas resultaron heridas, siete de ellas de gravedad, con lesiones en la cabeza. También falleció un pasajero, un británico de 73 años de edad.
«Estaba empezando el desayuno por eso había tanta gente de pie o estirando. En mi caso, llevábamos diez horas de vuelo y al ser alto, necesitaba estirarme un poco de lado en el asiento y me quité el cinturón un momento. Cuando sentimos la primera turbulencia intenté ponérmelo pero no me dio tiempo y me golpee contra el techo. A Estrella, por suerte, sí le dio tiempo», relata Iago, vigués de 42 años.
Viajaban a bordo un total de 211 pasajeros y 18 tripulantes y hasta el aeropuerto se desplazaron una treintena de ambulancias. Treinta de los pasajeros fueron trasladados al hospital, Iago y Estrella entre ellos.
Desde entonces, ambos permanecen ingresados en el hospital en la capital tailandesa, Iago con una fractura de una vertebra del cuello y contusiones. Estrella, de 38 años, con contusiones y contracturas en la espalda. Por suerte, el estado de ambos no reviste gravedad, pero todavía no han recibido el alta y, según han podido saber, tendrán que permanecer al menos dos semanas más en reposo.
«Fue el susto de nuestras vidas, la verdad. Y eso que estamos acostumbrados a viajar y a las turbulencias, pero esto no fue parecido a nada que hayamos podido vivir antes. El avión cayó de repente y la gente que no tenía el cinturón o estaba de pie salió volando y se golpeó contra el techo y luego al caer sobre los asientos», relata.
Todavía con el susto en el cuerpo, una semana después, son conscientes de su buena fortuna, a pesar de que la mala suerte se hubiese cruzado con ellos. «Somos positivos. Desde luego que nos da mucha rabia perder este viaje que tanto nos apetecía y más siendo una luna de miel que habíamos preparado con mucho cariño. Pero eso queda en un segundo plano y lo más importante sin duda es que saldremos ilesos de esto», relata.
«Esto hay que celebrarlo. Hemos tenido mucha suerte. Gente del mismo vuelo que también está en este hospital no puede decir lo mismo», recuerda Iago. A pesar de estar ingresados en el mismo centro sanitario, el vigués explica que no ve mucho al resto de pasajeros, ya que muchos de ellos están ingresados en UCI o en otras plantas. «No nos vemos mucho. La mayoría está dentro de las habitaciones porque no se pueden mover y otros en la UCI u otras plantas. Sí que hemos conocido algunos pasajeros más leves pero no demasiado», cuenta.
El siguiente destino de su viaje no será Nueva Zelanda ni Hawai ni Los Ángeles, como tenían previsto. Será Vigo, a donde están deseando volver.
No obstante, el momento del regreso a casa, a dos o tres semanas vista, les genera incertidumbre ya que no sabrán cómo reaccionarán de nuevo a bordo de un avión, algo que antes del accidente era impensable, dado que su gran pasión es (o era) viajar. «Tienen que ver la evolución y hasta que la fractura esté estable no podré volar», explica Iago.
«El viaje de vuelta seguro que va a ser muy muy difícil», pronostica Iago. Al respecto de si volverán, después, a volar, no lo tiene tan claro: «No lo sabré hasta la vuelta», subraya.