Se cumplen hoy 48 años del intento de secuestro de la princesa Ana del Reino Unido, una historia violenta en la que un enfermo mental disparó sobre cuatro personas e intentó llevarse por la fuerza a la hija de la reina Isabel II. Que, por cierto, lo detuvo solo con su respuesta.
Ana nació en 1950 en Clarence House, junto al Palacio de Buckingham, fruto de la historia de amor entre Isabel, princesa del Reino Unido ⸺hija y heredera del rey Jorge VI⸺ y Felipe de Grecia y Dinamarca ⸺hijo del príncipe Andrés de Grecia, una familia real exiliada y con importantes problemas económicos, lo que hizo que varios consejeros británicos lo desaconsejaran como consorte, aunque luego cambiaran de opinión⸺. La pareja se convirtió en una de las más sólidas de la realeza europea, ya que permanecieron juntos durante 73 años y solo pudo separarlos la muerte de Felipe en 2021. Tuvieron cuatro hijos: Carlos en 1948, Ana en 1950, Andrés en 1960 y Eduardo en 1964.
Desde el primer momento recibió una educación privilegiada como alteza real, más aún desde que, en 1952, falleció su abuelo y su madre subió al trono del Reino Unido. Hasta el nacimiento de Andrés, ocupó el segundo lugar en la línea sucesoria ⸺actualmente relegada al puesto diecisiete⸺, pero su principal dedicación siempre ha sido la hípica, disciplina en la que obtuvo reconocimientos internacionales en la década de los 70: una medalla de oro en 1971 y dos de plata en 1975 durante las distintas ediciones del Campeonato Europeo de Concurso Completo, así como la participación en 1976 en los Juegos Olímpicos de Montreal con el equipo británico. Es la primera persona de la familia real británica que ha formado parte de una prueba olímpica.
Su popularidad en los años 70 era enorme. Frente a la solemnidad de su madre y el pobre encanto de su hermano, Ana se prodigaba en labores benéficas, sobre todo relacionadas con el deporte, pero también con la ayuda a personas desfavorecidas. De hecho, durante décadas ha realizado más actividades al año que nadie de su familia, incluida la reina. En 1972 conoció a Mark Phillips, teniente de los Queen´s Dragon Guards del Ejército británico y campeón olímpico de equitación ese año en Múnich. Su amor fue inmediato y contrajeron matrimonio al año siguiente en un evento que pudieron ver por televisión más de 500 millones de personas. Ella era una de las personalidades más conocidas y presencia obligada en cualquier acto de moda.
Pero eso también despertó la obsesión de un enfermo mental de 26 años, Ian Ball, esquizofrénico, sin empleo y sin familia cercana, que decidió secuestrar a la princesa y obtener un rescate millonario. Bajo el nombre de John Williams, consiguió una vivienda en Fleet ⸺en el condado de Hampshire⸺, un Ford Escort blanco y dos pistolas ⸺compradas en España⸺ y, sin un plan demasiado elaborado, quemó su pasaporte para que no pudieran identificarlo y se lanzó a por el matrimonio cuando este regresaba de una fiesta benéfica en Pall Mall.
A las ocho de la tarde del 20 de marzo de 1974, una limusina Rolls Royce trasladaba a la princesa Ana, a Mark Phillips, a la dama de compañía Rowena Brassey y al detective de Scotland Yard Jim Beaton, encargado de la protección de la pareja. Conducía el vehículo el chófer de Su Majestad Alexander Callendar. De pronto, solo 200 metros por delante del palacio de Buckingham, se les cruzó un Ford Escort que les impidió seguir circulando. De su interior salió armado el joven Ian Ball, que, sin mediar palabra, disparó a Beaton en el hombro izquierdo. Este respondió con su propia arma pero falló el tiro, y en su segundo intento se le encasquilló la pistola, a lo que el asaltante le respondió con dos nuevos disparos: uno en la mano y otro en la tripa. El guardaespaldas se desplomó en el suelo, incapaz de defender a los ocupantes del coche.
Entonces Callendar salió por la puerta del conductor y se interpuso en el camino de Ball, por lo que este abrió fuego sobre él y le atravesó el pecho. La pareja había tratado de huir, pero el secuestrador lo impidió y, dirigiéndose a la princesa, dijo:
⸺Quiero que venga conmigo un día o dos, porque quiero dos millones de libras. ¿Puede salir del coche?
Entonces Ana del Reino Unido montó en cólera y respondió:
⸺¡De ningún modo! ¡Y no tengo dos millones de libras!
La hija de la reina contó más tarde que la situación le había parecido tan absurda que estuvo a punto de golpear a su atacante, pero un instinto de supervivencia la retuvo, ya que imaginó que, en tal caso, él los mataría a los tres. La cortante respuesta de la princesa detuvo en seco a Ball, que quedó estupefacto por su reacción, y eso permitió que se acercara al lugar John Brian McConnell, un periodista del Daily Mail que iba siguiendo a la princesa, y el policía Michael Hills, que se vio atraído por el ruido de los disparos y avisó pidiendo refuerzos. Ambos recibieron sendos balazos en una escena que empezaba a ser realmente caótica.
En ese momento llegó hasta allí Ron Russell, un antiguo boxeador que golpeó a Ball en la parte de atrás de la cabeza y permitió así que la pareja y su dama de compañía escaparan del lugar. Unos minutos después, Peter Edmonds, detective de Policía, respondió a la llamada de Hills, se personó en la calle y arrestó al atacante echándole su abrigo por encima de la cabeza, lo que puso fin al sangriento hecho. Los cuatro heridos fueron trasladados al hospital, sin que ninguno sufriera graves consecuencias.
En el Ford Escort encontraron unas esposas, unos tranquilizantes y una nota de secuestro en la que Ball pedía dos millones de libras que debía entregarle la propia reina de Inglaterra y que quería en veinte maletines dentro de un avión con destino a Suiza. En lugar de eso, fue condenado por intento de asesinato e intento de secuestro, pero su diagnóstico de esquizofrenia y su historial de ingresos hicieron que la sentencia cambiara por reclusión durante 41 años en una institución mental, en este caso en Broadmoor, un hospital psiquiátrico de alta seguridad. Y allí continúa a día de hoy debido a las leyes británicas, que permiten privar de libertad a un enfermo psiquiátrico si los dictámenes oficiales no lo consideran suficientemente restablecido para su convivencia en sociedad. A lo largo de los años, Ball ha dado múltiples versiones del hecho: que pretendía obtener dinero para donarlo a la investigación de las enfermedades mentales, que estaba trabajando para la Seguridad británica detectando fallos en la protección de la familia real o que es un prisionero político al que no dejan volver a ser libre. De un modo u otro, las peticiones de revisión de su pena han sido rechazadas siempre, a pesar de que incluso ha llegado a someterse a huelgas de hambre para protestar por su situación.
Todos los heridos se recuperaron sin secuelas y poco después recibieron condecoraciones de la reina por sus actos de valor. Incluso a Russell, el antiguo boxeador, la Corona le pagó la hipoteca de su casa ⸺aunque finalmente vendió la medalla el año pasado por 50.000 libras, que empleó para pagar sus propios gastos de entierro⸺. Russell, púgil de los pesos pesados con sus casi dos metros de altura, declaró que no había comprendido de qué se trataba el asunto y que simplemente detuvo su coche en esa calle porque pensaba que estaba teniendo lugar una discusión de tráfico y quería poner paz para «evitar que se metieran en más líos».
Ana del Reino Unido y Mark Phillips no cambiaron su modo de actuar después de este episodio tan terrible y mantuvieron su agenda de actos sociales. La princesa fue nombrada presidenta de la Federación Ecuestre Internacional entre 1986 y 1994 y colabora con más de 200 organizaciones benéficas, sobre todo con Save the Children, de la que es presidenta desde 1970.
La pareja se divorció en 1992 y ella se casó ese mismo año con el vicealmirante sir Timothy James Laurence. Hoy en día sigue estando considerada como una de las personalidades públicas más implicadas en labores sociales, hasta tal punto que fue nominada al Premio Nobel de la Paz en 1990. Kevin S. MacLeod, Secretario de la Reina en Canadá, dijo de ella en 2014: «Su lema siempre ha sido: “Mantenme ocupada. Estoy aquí para trabajar. Estoy aquí para hacer cosas buenas”».
Y es lo que lleva haciendo desde siempre.