Se acerca el 24 de diciembre y con ello la llegada de Santa Claus, también conocido como Papa Noel, Viejito Pascuero, Padre hielo o San Nicolás. Son algunos de los nombres que recibe el personaje encargado de repartir regalos cada Nochebuena. Lo que no varía es su aspecto: un viejecito barrigudo, vestido de rojo, con tez rosada y una enorme barba blanca. Muchos creen que es un personaje creado por la corporación multinacional estadounidense The Coca Cola Company, sin embargo se esconde una gran historia detrás de la figura de Santa Claus.
Su origen tiene relación con el obispo cristiano San Nicolás de Mira —conocido también como San Nicolás de Bari en occidente—. Nació en el año 270 d.c. en Licia, antigua provincia del Imperio romano —hoy conocida como Turquía—- Era una de las personas más honradas por los cristianos durante la Edad Media, tanto fue así que hoy día posee más de dos mil templos en tributo a él por todo el mundo.
A pesar de que Nicolás de Mira era hijo de una familia acomodada, destacó por su sencillez y humildad. Su padre quería que siguiera sus pasos comerciales en el Mar Adriático, mientras que su madre deseaba que fuera sacerdote como su tío. Desde niño destacó por su servicio hacia los demás, pues todo lo que conseguía lo repartía entre los más necesitados. A sus padres les decía que sería un desatino no repartir mucho, cuando Dios a ellos les había dado tanto.
Cuando la peste se llevó a sus padres, la obra de Nicolás cobró sentido. Conmovido por la desgracia, repartió sus bienes entre los necesitados y se entregó a la religión para ordenarse como sacerdote. Así fue como continuó cultivando su bondad con la gente pobre y obrando grandes milagros. Fue tan grande la admiración que sintió la gente auxiliada por su persona, que en poco tiempo le convirtieron en patrón de Turquía, Grecia, Rusia y la Lorena —región al noroeste de Francia—.
Desafortunadamente no fue todo tan liviano. En aquella época donde el emperador ordenó perseguir a los cristianos, Nicolás fue encarcelado. A pesar de las burlas de los soldados romanos, que le decían que la fe en Cristo se había extinguido, él continuaba —entre rejas— orando por su iglesia, sin perder jamás la esperanza y el sentido del humor.
Después de casi 30 años, al convertirse al cristianismo el emperador de Roma, Constantino, el Obispo Nicolás fue liberado, ya siendo un anciano de pelo largo y barba blanca. Estaba convencido de que era el único creyente que quedaba y regresó a su ciudad para volver a formar de nuevo la Iglesia de Cristo. Pero se llevó una gran sorpresa cuando llegó, pues la catedral había sido reconstruida y los cristianos estaban celebrando la Navidad mediante cánticos. Fue a partir de entonces que se relacionó la Navidad con la llegada de San Nicolás.
Los registros históricos señalan que la transformación de la figura de San Nicolás tuvo lugar en el año 1624, cuando aterrizó en Estados Unidos de la mano de los emigrantes holandeses —estos siempre han sentido una gran veneración por San Nicolás, personaje que trae regalos a los niños cada 5 de diciembre—.
Más tarde, en el año 1809, el escritor Washington Irving realizó una modificación en el nombre del santo holandés Sinterklass —San Nicolás— por Santa Claus. No obstante, no fue hasta el año 1863, gracias al diseñador Thomas Nast, que tomó la apariencia que observamos en la actualidad. Para dibujarlo se inspiró en el aspecto de los obispos antiguos y el resultado fue: un personaje barrigudo, bonachón, de tez rosada y barba blanca.
Por último, en el año 1930, Coca Cola compró los derechos de Santa Claus para utilizarlo en sus anuncios publicitarios. Fue cuando los encargados de marketing aprovecharon para modificar la vestimenta verde que se venía utilizando para asignar al personaje, por el color rojo y blanco, tal y como lo conocemos actualmente.
Por lo tanto, al contrario de lo que muchos creen, Santa Claus no fue una invención de la famosa marca Coca Cola, tan solo le dieron su característico color rojo. Ahora que ya conoces más sobre el origen de Santa Claus, solo queda esperar su llegada la próxima noche del 24 de diciembre y festejar, al amanecer, el día más importante para los cristianos, el nacimiento de Jesús de Nazaret «la Navidad».
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