Se cumplen hoy 64 años de la muerte de Eliot Ness, figura legendaria de la ley seca norteamericana, un agente que se hizo famoso por la incapacidad del crimen organizado para corromperlo o matarlo. Hoy en día, la ficción lo ha convertido en inmortal, pero su vida no fue tan heroica como parece.
Llevaba Chicago en las venas y esa ciudad lo convirtió en una leyenda. Nació allí en 1903, estudió en la Universidad de Chicago ⸺en primer lugar Política y Administración de empresas, en 1925, y posteriormente un curso universitario de Criminología en 1929⸺ y enseguida se puso a trabajar como investigador para una compañía de seguros.
Eran los tiempos de las urbes masificadas, los barrios pobres, la marginalidad, el hambre, la violencia y el crimen organizado. Chicago estaba dominado por las bandas, que mantenían a gran parte de la población en condiciones terribles de marginalidad. La violencia contra las mujeres y los niños llegaba a extremos sorprendentes y los grandes capos mafiosos hacían alarde de su completa impunidad ante la ley.
El alcohol estaba considerado como fuente de muchos de esos problemas, de modo que en 1920 se instauró la llamada ley seca, esto es, la prohibición completa para la fabricación, transporte y venta de bebidas alcohólicas. Su comercio se vio duramente perseguido, lo que en realidad llevó al fortalecimiento del mercado negro. Las bandas se hicieron con las redes de contrabando y pusieron de su parte a policías de la calle, responsables de aduanas, jueces y políticos, en una intrincada organización de sobornos a todas las alturas. Grandes nombres del crimen como Johnny Torrio, James Big Jim Colosimo, Dean O´Banion, Joe Aiello y, sobre todo, Al Capone aterrorizaban las calles al mismo tiempo que acudían a lujosas fiestas en locales de moda y se codeaban con empresarios y políticos. Se habían convertido en las figuras de moda para los medios, en una sociedad tan corrupta que había terminado por encumbrarlos.
Uno de los pocos organismos que aún se dedicaban a perseguir a estas bandas era la Oficina de Investigación ⸺en inglés, Bureau of Investigation, que en 1935 se convertiría en el FBI⸺. El responsable del departamento de Chicago era un joven agente llamado Alexander Jamie, cuñado por entonces de Eliot Ness. Jamie albergaba la esperanza de poder actuar contra el crimen organizado si contaba con las personas adecuadas, y con esa intención habló con su cuñado para que se uniera al equipo. Ness entró a trabajar para el Departamento del Tesoro en 1926 y posteriormente para el Departamento de Justicia, y su trabajo resultó tan sobresaliente que se ganó un nombramiento muy especial: él habría de ser el líder de un pequeño escuadrón de agentes encargados de detener a Capone.
Ness asumió con seriedad este encargo aparentemente imposible y, conocedor de los altos niveles de corrupción a los que había llegado su departamento, escogió personalmente a los miembros del grupo, que llegarían a ser conocidos por la prensa como los Intocables debido a que ni los sobornos ni las intimidaciones podían con ellos. La lucha contra las bandas fue cruenta, pero el equipo de agentes federales logró que Capone fuese encarcelado en 1931, curiosamente no por vulnerar la ley seca, sino por evasión de impuestos en sus actividades comerciales.
Desde entonces, el nombre de Eliot Ness recorrió el país, apareció en los titulares de todos los periódicos y pronto consiguió un ascenso a investigador jefe de Chicago. Pero en 1933 se derogó la ley seca y muchos de los protagonistas de aquella lucha contra el crimen empezaron a difuminarse, cuando no a desaparecer por completo. En 1935 fue nombrado Director de Seguridad Pública de la ciudad de Cleveland, donde realizó un gran trabajo persiguiendo al crimen organizado y disminuyendo las tasas de delincuencia juvenil. Modernizó el Departamento de Policía y fue uno de los primeros en emplear un detector de mentiras durante un interrogatorio, pero en aquel entonces empezó a actuar en Cleveland el conocido como Asesino del Torso, un psicópata que provocó la muerte a doce personas entre 1935 y 1938, y cuya marca personal era el descuartizamiento de sus víctimas, en especial la decapitación. Ness se entregó por completo al asunto, pero sin éxito. Hoy en día aún no está claro quién fue el causante de aquellas muertes, aunque existen diversas teorías, como la que sospechaba el propio Ness, que apuntaba al doctor Francis E. Sweeney, cirujano durante la Gran Guerra y experto en amputaciones, además de sobrino del famoso congresista Martin L. Sweeney. El sospechoso decidió internarse por voluntad propia en una institución psiquiátrica y desde entonces se dedicó a enviar postales a Ness con burlas de todo tipo por su fracaso a la hora de capturarlo.
La reputación del agente se hundió por completo. Su credibilidad recibió ataques desde todos los frentes, entre otros por parte del congresista Sweeney. Desesperado, Ness cayó en el alcoholismo y sufrió un accidente de tráfico mientras conducía borracho. Su salud se resintió y su empleo también. En 1942 se mudó a Washington y empezó a trabajar directamente para el Gobierno federal en temas de prostitución y trata de personas. En 1947 se presentó a las elecciones a la Alcaldía de Cleveland, pero fue derrotado. Su consumo de alcohol aumentó con los años, así como el tiempo que pasaba en las tabernas contando historias de los tiempos en que combatía a Al Capone. Su vida se volvió cada vez más errática y llegó a la ruina económica más absoluta. Intentó ganar dinero como vendedor de aparatos eléctricos o como dependiente de una librería, pero su terrible estado de salud no le permitía hacer muchas cosas.
Falleció a causa de un infarto el 16 de mayo de 1957, sin tiempo para ver publicada ese mismo año su autobiografía, Los Intocables, escrita junto al periodista Oscar Fraley. Este libro, que cuenta en primera persona el día a día de la lucha contra la mafia de Chicago, se convirtió en un éxito de ventas y devolvió la gloria a Ness. En él se basan todas las adaptaciones de su vida, como la serie de televisión protagonizada por Robert Stack entre 1959 y 1963 o la película de 1987 con Kevin Costner en el papel de Ness. En cuanto a los crímenes del Asesino del Torso, fueron estos hechos los que inspiraron el cómic Torso, del año 2000, obra de Brian Michael Bendis y Marc Andreyko.
La autobiografía de Eliot Ness volvió a elevar su imagen como un luchador contra el crimen infatigable e imposible de corromper, más duro y más hábil que sus enemigos, pero lo cierto es que fue zarandeado por los políticos de su país cuando cayó en desgracia, que su nombre desapareció de los titulares tan deprisa como había llegado y que el mismo alcohol que tanto había perseguido fue el que le provocó la muerte.
Ya dicen que el éxito siempre viene acompañado de personas dispuestas a compartirlo, pero el fracaso es mucho más solitario, como le ocurrió a Eliot Ness.