Se cumplen hoy 440 años de la ceremonia oficial por la que el almirante y corsario Francis Drake fue armado caballero por la reina Isabel I de Inglaterra en reconocimiento a su proeza de dar la vuelta al mundo entre 1577 y 1580. Era el primer súbdito de la Reina Virgen que lo conseguía y hasta entonces solo la expedición de Magallanes y Elcano había llevado a cabo algo semejante. Pero incluso aquello solo fue un episodio más en mitad de una vida increíble.
Hoy en día, un impresionante monumento de bronce adorna Plymouth Road, una de las principales vías del pueblo de Tavistock, en el condado de Devon, Inglaterra. Fue creado en 1883 por el escultor vienés Joseph Boehm y donado a la localidad por Francis Russell, 9º duque de Bedford. La parte superior está ocupada por una estatua de sir Francis Drake, el hijo más famoso de Tavistock, a cuyos pies se encuentra un pedestal que muestra, en cada una de sus caras, alguno de los episodios que marcaron su vida, como fueron su nombramiento como caballero, la llegada de la Armada Invencible o su entierro en el mar.
La vida de Francis Drake fue tan intensa y apasionante como le permitió su época. Navegante, esclavista, corsario, explorador y político, recorrió todo el mundo conocido y parte del que todavía no conocía nadie, y siempre defendió los intereses de su reina, Isabel I de Inglaterra, apodada Gloriana o la Reina Virgen. Sus principales enemigos fueron los españoles, por entonces gobernados por Felipe II y dueños de un imperio donde no se ponía el sol. Parte de la responsabilidad de que ese imperio terminara por venirse abajo recayó en las manos de este inglés audaz, cuyas travesías se convertían en noticia por toda Europa, en unos sitios para celebrarlas y en otros para maldecir a toda su estirpe.
Nació alrededor de 1540 en una granja de Tavistock, un pequeño pueblito del interior de Devon del que sus padres se marcharon nueve años después huyendo de las persecuciones llevadas a cabo por católicos. Edmund, su padre, era pastor protestante y en esa época no lo tenía fácil para salvar el cuello. En cambio, la vida resultó mucho más gratificante para él en Kent, donde logró ser ordenado diácono y posteriormente vicario de la iglesia de la localidad de Upnor. Por su parte, Francis, el mayor de doce hermanos, entró a trabajar como aprendiz de un comerciante de la localidad que navegaba en un pequeño barco entre Inglaterra y Francia. Así fue como el muchacho descubrió su pasión por el mar, que ya no abandonaría nunca. A su muerte, el comerciante le legó el barco a Drake, que de esta manera empezó el que sería el negocio de su vida. Desde ese momento, sus viajes por Europa serían constantes, pero eso no le bastaba.
El problema era que, en esa época, quienes ostentaban la supremacía en el mar eran los españoles y portugueses, sobre todo a base de las riquezas del Nuevo Mundo —los primeros— y la ruta alrededor del cabo de Buena Esperanza —los segundos—, de modo que los ingleses tenían que ser más audaces para obtener algún beneficio.
En la década de 1560, Drake se asoció con el navegante y esclavista John Hawkins para llevar a cabo diversos ataques a barcos y colonias portuguesas en África, hacerse con sus cargamentos de esclavos y venderlos posteriormente en América. Sin embargo, este tipo de actividades despertó el recelo de las autoridades españolas, que se enfrentaron a la flota de seis navíos ingleses comandada por Hawkins y Drake en la denominada batalla de San Juan de Ulúa, en 1568. El propio Drake tuvo que huir a toda vela de la contienda y desde ese momento juró venganza contra los españoles. Solo su barco, el Judith, y otro más podrían salir del apuro, que más tarde utilizaría la Corona inglesa como excusa para iniciar las hostilidades contra la flota española y finalmente, en 1585, para declararle la guerra.
Drake aprovechó este clima de hostilidad para hacer su propia fortuna. En 1572 lideró una flotilla de dos barcos con la que atacó el puerto de Nombre de Dios, en la costa Atlántica de Panamá, y desde allí se apoderó de numerosos cargueros españoles. En el transcurso de los siguientes meses se alió con bucaneros franceses como Guillaume Le Testu y con algunos líderes cimarrones, esto es, antiguos esclavos negros que habían logrado escapar de sus amos españoles y encabezaban revueltas en su contra. Drake logró aunar bajo su mando los diversos intereses en contra de la Corona de España y los ataques se volvieron continuos. En Inglaterra estaba considerado como un héroe y en España como un pirata, mientras oficialmente ambos gobiernos pactaban treguas de no agresión.
En este tiempo, Drake fue el primer inglés en contemplar el Océano Pacífico, sin que entonces sospechara las proezas marítimas que llevaría a cabo. Entre 1519 y 1522 había tenido lugar la travesía de Magallanes y Elcano alrededor del mundo, de modo que, en 1577, la propia reina Isabel I encargó la realización de un viaje parecido, pero que pusiera en jaque la supremacía española del mundo, y con este fin ella misma invirtió mil coronas. Así, Drake se convirtió en corsario, aunque no de manera oficial debido a los acuerdos entre reinos. Lideró una flota de cinco barcos —encabezada por el Pelican, un galeón que él rebautizó como Golden Hind— y contrató como mano derecha a Diego, un cimarrón al que había conocido en Nombre de Dios.
La flota partió de Plymouth el 15 de diciembre de 1577 y dos semanas después atracó en Mogador, Marruecos, donde sufrió un ataque por parte de musulmanes que los obligó a zarpar antes de lo previsto. A la altura de las islas Canarias y Cabo Verde, asaltaron diversos navíos españoles y portugueses, pero más tarde tuvieron que hacer frente a horribles tormentas y al amotinamiento de parte de la tripulación, cuando se encontraban frente a las costas de Brasil. Atravesaron el estrecho de Magallanes, se enfrentaron a tribus caníbales —ante las que perdieron a dos marineros que, según cuentan, fueron troceados y devorados vivos en actos rituales—, asaltaron diversos pueblos y navíos españoles —el más importante de ellos, el carguero Nuestra Señora de la Concepción, del que obtuvieron una verdadera fortuna en joyas y plata—, se dedicaron a labores de espionaje —entregando información falsa acerca de la ruta que pretendían seguir, al tiempo que obtenían datos muy valiosos de los galeones de Indias—, exploraron la región de lo que hoy es California y fundaron la colonia de Nueva Albión, se presentaron en la corte del sultán Babullah de las islas Molucas —del que obtuvieron un gran cargamento de especias—, rodearon el cabo de Buena Esperanza y finalmente regresaron a Plymouth el 26 de septiembre de 1580. Solo el Golden Hind y otro de los navíos sobrevivieron a la travesía.
Drake se convirtió así en el primer inglés en dar la vuelta al mundo y además en la primera persona en capitanear una expedición completa de esta envergadura, ya que Juan Sebastián Elcano no había sido el capitán más que una vez que se produjo la muerte de Magallanes. El cargamento que logró llevar a Inglaterra y los muchos éxitos que había tenido sobre la flota española lo convirtieron en un personaje célebre en su época, además de inmensamente rico.
El 4 de abril de 1581, Francis Drake fue nombrado caballero de Su Majestad a bordo de su propio barco, el Golden Hind. La ceremonia contó con la participación de monsieur de Marchaumont, diplomático francés que trataba de negociar el matrimonio de la reina con Francisco de Anjou, hermano del monarca Enrique III de Francia. La intervención de Marchaumont en aquel acto suponía un apoyo implícito de la Corona francesa al viaje de Drake y por tanto una oposición a los intereses de España. El corsario obtuvo enseguida un cargo como alcalde de Plymouth y también una designación como miembro del Parlamento.
Las relaciones entre ingleses y españoles se volvieron cada vez peores, lo que llevó en definitiva a una guerra abierta a partir de 1585. Drake recibió el encargo personal de atacar barcos y localizaciones del reino de España para colaborar con los esfuerzos bélicos. Ciudades como Santo Domingo, Cádiz, A Coruña y Vigo sufrieron la visita del corsario, que murió de disentería en 1596.
La vuelta al mundo de Francis Drake tuvo un enorme impacto cultural y propagandístico en su momento. Significó un triunfo de la oposición contra la hegemonía española en el mundo y un símbolo del poder inglés, que habría de ir creciendo en siglos sucesivos. El propio Drake fue elevado al estatus de héroe nacional y figura legendaria, siempre en defensa de los intereses de su reina en todo el mundo. Fue, sin duda, el principal protagonista de los primeros tiempos gloriosos de Inglaterra en el mar y un pionero que abrió un camino inesperado. Cuando solo españoles y portugueses gobernaban los océanos, Drake y otros navegantes sirvieron de cuña en beneficio propio y de su gobierno, lo que condujo a un cambio de poder solo unos siglos más tarde.
Y todo empezó con un muchacho aparentemente sin futuro, el mayor de doce hermanos que trabajaba a sueldo en un barquito pequeño de Kent.