Las fuerzas de seguridad del Estado investigan al menos 60 denuncias de «pinchazos». Algunas se están formalizando ahora, días después de la agresión, debido, en parte, a las llamadas de las autoridades para que se acuda a la comisaría o al cuartel. Pero, ¿quién está detrás de esos delitos? ¿Cacos, gamberros, personas de mala fe…?
Este viernes, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, dijo en una entrevista en TVE recogida por Efe que los investigadores están analizando las denuncias para ver «qué hay detrás»: si el objetivo del «pinchazo» es cometer un delito o crear una «sensación de inseguridad».
Pero también para determinar «si hay otra voluntad detrás, como la de intentar trasladar una situación de inseguridad» y, sobre todo, «amedrentar a un colectivo» con un «discurso absolutamente machista de tratar de sacar al 50 % de la población, a las mujeres del espacio público», subrayó.
Del total de denuncias, alrededor de una veintena las está analizando la Guardia Civil, según ha explicado a Efe María Luisa Calcerrada, comandante jefa de Delitos contra las Personas de la Unidad Técnica de Policía Judicial (UTPJ) del instituto armado.
Prácticamente todas las denunciantes son mujeres y, en todos los casos analizados, no han sido víctimas de un delito posterior al «pinchazo», como agresiones sexuales o robos, pero los agresores se aprovechan de su «vulnerabilidad» por encontrarse relajadas en un contexto de ocio, como recalca la comandante.
La Guardia Civil solo ha tenido constancia de un caso en el que la víctima era un hombre, al que tras el «pinchazo» le robaron algunas de sus pertenencias.
Según los datos facilitados a Efe por la Benemérita, hasta el 31 de julio la Guardia Civil había recibido denuncias de cinco casos con siete víctimas, tres de ellas «pinchadas» por un solo autor en Llanes (Asturias), que fue identificado. También hasta esa fecha le constaban denuncias en Segovia, Gran Canaria, Castellón o Huesca.
Y ha sido en estos primeros días de agosto cuando se están disparando las denuncias de «pinchazos» que habían sucedido varios días antes. Un incremento que puede deberse, según recalca la comandante, a una mayor concienciación después de los llamamientos que desde las fuerzas de seguridad y la política se han realizado para que estas conductas se denuncien.
Mismo «modus operandi», pero ¿el móvil?
Como ya ocurrió en Gran Bretaña (donde tuvo su origen este tipo de agresiones) y en Francia, son los lugares de ocio y de aglomeración de jóvenes, como festivales de música, discotecas o fiestas patronales, los elegidos por estos «pinchadores», provistos de jeringuillas, de meros alfileres o cualquier otro instrumento punzante.
Tanto en esos países como en los casos detectados en España no ha habido víctimas de posteriores delitos sexuales, según recuerda la comandante, que deja claro que la única hipótesis que, por el momento, se ha descartado es que el móvil sea cometer un delito sexual por sumisión química.
«Con datos, es lo único que puede descartarse. El resto de hipótesis continúan encima de la mesa, desde que se realicen como una gamberrada hasta que tengan como objetivo provocar alarma social», añade.
En los casos que investiga la Guardia Civil no se ha detectado que se haya inoculado alguna sustancia química, salvo en tres de ellos muy recientes, pero falta por determinar si intervino un tercero o fue un consumo voluntario.
¿Cuál es, por tanto, la motivación criminal de los autores de los «pinchazos»? A esa pregunta intentan dar respuesta los investigadores, en espera también de algunos informes toxicológicos que aún se están realizando.
En cualquier caso, es una agresión
«En cualquier caso, se trata de una agresión», enfatiza la representante de la Guardia Civil, quien una y otra vez insiste en la conveniencia e importancia de denunciar, porque solo así se puede abordar este problema de forma completa.
Todas las unidades de la Guardia Civil, explica Calcerrada, tienen ya instrucciones concretas para abordar las denuncias, entre ellas, y la más prioritaria, es que la persona acuda a un centro sanitario. Y debe hacerlo cuanto antes porque algunas sustancias que pueden inocularse son de rápida absorción, con un límite temporal de 72 horas en muchos casos.
Calcerrada aconseja a las víctimas que inmediatamente acudan a una persona de su confianza, llamen al 112 o las fuerzas de seguridad.
Y hace un llamamiento a los autores: «Estaría bien que tomaran conciencia de que están cometiendo un delito». A la vez que les avisa de que hoy por hoy es más fácil detectarlos que hace una semana.