El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), a través del Laboratorio de Geoquímica Orgánica del Instituto de Investigaciones Marinas (IIM), ha participado en dos estudios pioneros sobre estuarios subterráneos en la ría de Vigo, cuyos resultados se han publicado en las revistas Frontiers in Marine Science y Limmnology and Oceanopraphy, y que se han desarrollado en el marco del proyecto “Impacto de la descarga de aguas subterráneas en los procesos de acidificación oceánica de las costas atlánticas europeas: hacia la sostenibilidad de los servicios ecosistémicos y de la producción acuícola” (Subacid).
El proyecto, coordinado por el Trinity College Dublin y financiado por la Unión Europea a través de H2020-MSCA y el Gobierno de Irlanda a través del IRC-Caroline, tiene como objetivo conocer la descarga costera de aguas subterráneas y sus efectos sobre la acidificación marina en las regiones costeras atlánticas, cuantificando así esa fuente difusa de agua y evaluando su impacto sobre la composición química de las aguas costeras superficiales. Además, busca contribuir a alcanzar los objetivos de la agenda 2030 de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas ofreciendo información hasta ahora desconocida para apoyar las medidas de gestión costera de cara a la sostenibilidad de los recursos marinos.
La selección de la ría de Vigo como área objeto de estudio se debe, según explican los investigadores, a “las similitudes biogeográficas de este ecosistema con algunas regiones costeras irlandesas y a la importancia ambiental, social y económica del marisqueo y el cultivo de bivalvos en la zona y, por lo tanto, el elevado impacto potencial de la descarga oculta de aguas subterráneas en la economía local”.
Por una parte, en un artículo publicado en la revista Limnology and Oceanography se da cuenta de los resultados de un estudio que ha estimado, utilizando técnicas pioneras del Trinity College, que entre el 9 y el 23% de los aportes de agua dulce a la ría de Vigo provienen de las aguas subterráneas y que, debido a que la composición de las aguas subterráneas es muy diferente a la de los ríos, este flujo de agua dulce puede ser una fuente importante de compuestos como nutrientes y contaminantes a la ría nunca estudiada anteriormente.
“La descarga de aguas subterráneas en la costa suele suceder en las playas. En muchas ocasiones, lo que parece agua de mar descargando del interior de la playa durante la marea baja, se trata en realidad de una mezcla de agua de mar y aguas subterráneas continentales. El agua de mar se infiltra en la playa y en su interior se desarrolla una región oculta de mezcla que se conoce como estuario subterráneo”, explica Severino Ibánhez, investigador principal del proyecto.
Por otra parte, en un artículo publicado la revista Frontiers in Marine Science se describe por primera vez la presencia de estuarios subterráneos en la ría de Vigo en playas como Ladeira y Panxón y se constata, además, la elevada capacidad filtradora de estos ambientes ocultos, capaces de disminuir significativamente la cantidad de fertilizantes provenientes del continente antes de su descarga hacia la costa debido a la elevadísima diversidad microbiana de dichos ambientes, superior a la de los terrestres y marinos que lo forman. En esta investigación ha participado además el grupo de Oceanografía Biolóxica de la Universidad de Vigo.
“Los estuarios subterráneos suponen una expansión oculta de las interacciones entre el continente y el océano costero, entre los usos del suelo y la calidad de las aguas costeras, entre los impactos antropogénicos en tierra y la salud de la costa. Por su carácter subterráneo, son biomas de difícil estudio que requieren la confluencia de diferentes disciplinas. Sin embargo, estos ecosistemas subterráneos son de extraordinaria importancia tanto desde el punto de vista marino como terrestre pues determinan la transferencia subsuperficial de nutrientes hacia la costa, ayudando a la productividad costera aunque, en exceso, pueden provocar efectos nocivos como la eutrofización y la proliferación de algas tóxicas. Desde el punto de vista terrestre, suponen zonas de descarga de agua subterránea no cuantificada pero imprescindible para la gestión eficiente de los recursos hídricos en la zona, además de ser zonas vulnerables a la salinización por sobreexplotación y el aumento del nivel del mar”, destaca Severino Ibánhez.