Las nuevas generaciones e incluso las que ya peinan canas tienen el teléfono y la tablet como una extensión de su propio cuerpo, y sus ojos se centran en los mensajes de la pantalla mientras sus dedos se mueven veloces sobre el teclado. El caso es comunicarse con quien está en la lejanía. Sin embargo, esas mismas personas deberían centrarse en sus acompañantes cercanos, porque la realidad es que las tecnologías de la comunicación están consiguiendo alejar al individuo de la comunicación directa y personal.